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La tragedia de las Islas Feroe: matanza de ballenas y delfines

11 de abril de 2014

“Defensores de los animales por todo el mundo están luchando apasionadamente para detener la horrorosa e inexplicable masacre de delfines y ballenas de las Islas Feroe, Dinamarca, una antigua tradición que hace tiempo perdió su sentido”.

Matanza de ballenas en Islas Faroe

Matanza de ballenas en Islas Faroe

No hace mucho escribí un artículo relacionado con la matanza indiscriminada de delfines en Japón, me refiero a la masacre anual de delfines en Taiji (Japón), que tiene lugar cada año entre los meses de septiembre a abril. La caza anual de delfines es una fuente de ingresos para los residentes locales, pero ha recibido una condena mundial, tanto por la crueldad de la matanza, así como por los altos niveles de mercurio contenidos en la carne de delfín.

Sin embargo, muy pocos conocen que cada año, en un pequeño archipiélago en el Atlántico Norte, las islas Feroe (Dinamarca) situadas entre el mar de Noruega y el océano Atlántico Norte, se lleva a cabo el festival “tradicional” (diría yo sangriento) llamado “Grindadráp”, en el que mueren, de la manera más brutal y cruel, miles de calderones (ballenas piloto) y delfines.

Hagamos un alto aquí y conozcamos quiénes son los calderones víctimas de tan despiadada matanza.
El calderón común o ballena piloto de aleta larga (Globicephala melas) es una especie de cetáceo odontoceto de la familia Delphinidae. Junto al calderón tropical o de ala corta (Globicephala macrorhynchus) integran el género Globicephala. Es muy abundante en el Atlántico, muy fácil de reconocer por su coloración negra y la característica cabeza globosa que explica el nombre con el que se le conoce popularmente.
Actualmente, esta especie está protegida por el Convenio de Bonn en su anexo IV, lo que ha detenido en gran medida su explotación. Debido a la ostensible reducción de la población. En 1970, cesó la caza de esta especie. ¿Seguro  que cesó su captura? Todo parece indicar que no. Veamos qué está pasando en el Atlántico Norte.
De manera “tradicional”, la explotación del calderón continúa en las Islas Feroe, famosas a nivel mundial por la gran industria pesquera centrada en la captura anual de esta especie. Más allá del real impacto de esta cacería sobre la población total del Calderón, el archipiélago feroés ha estado en el centro de la polémica ecologista por los medios de captura utilizados, considerados como “brutales”, pues se usan ganchos, garrotes, Etc. para pescar a los delfínidos. Se les acosa y acorrala. Además, esta lastimosa imagen se ve reforzada por el impactante espectáculo del mar enrojecido con la sangre de estos animales.
El mortífero espectáculo comienza en alta mar. Allí, los participantes buscan ballenas y delfines y los conducen mediante barcos y motos a la costa, donde los animales aterrorizados llegan a una bahía. Una vez en las aguas poco profundas, son agarrados con un gancho por el orificio nasal. Luego les cortan la cabeza, lo que hace que los animales mueran en agonía, desangrados y tiñendo las aguas de la bahía de rojo intenso. Los participantes de la “tradicional” barbarie no hacen excepciones y exterminan familias completas: ballenas gestadas, madres y sus crías. Nadie se salva de una muerte terrible y angustiosa.
Esta caza “tradicional” se ve facilitada por el comportamiento del calderón, el cual se acerca voluntariamente a los humanos, sin miedo alguno; comportamiento que ha aumentado aún más la sensibilidad hacia estos fascinantes animales.
Durante siglos, en las Islas Feroe se ha llevado a cabo la caza de ballenas y delfines. Pero, es que en tiempos lejanos, la carne y la grasa de estos animales proporcionaban una valiosa fuente de proteína animal a la dieta de los habitantes de las islas y el aceite de ballena se convirtió en un producto de exportación importante. Además, se utilizaba el aceite para cocinar y alumbrarse. Incluso, los despojos y el esqueleto se utilizaban para la alimentación animal y como fertilizantes. Sin embargo, actualmente, la caza ya no proporciona proteínas esenciales para los isleños, que ahora disfrutan de un alto nivel de vida derivado de las exportaciones pesqueras a Europa y EE.UU.
Sólo se justifica, en parte, esta matanza, si se fueran a consumir, por los isleños, la carne y el aceite de estos animales. Sin embargo, los responsables de Sanidad de las Islas Feroe hace tiempo han advertido, de forma insistente a la población, que ya no es seguro comer la carne de estos mamíferos marinos debido a los contaminantes tóxicos que se concentran en sus cuerpos y pueden causar serios problemas de salud.
Se sabe, que el consumo humano de carne de calderón, trae aparejado  algunos riesgos potenciales para la salud humana, debido a la presencia en su carne de algunos metales tóxicos para el ser humano, tales como el mercurio y el cadmio; carcinógenos como policlorobifenilos (PCB) y otros organoclorados, así como también restos de DDT y dieldrín. Sustancias como el PCB y los organoclorados alcanzan niveles tóxicos proporcionalmente relacionados con la edad en los machos. Cabe mencionar que esta relación es inversa en las hembras maduras, probablemente debido al traspaso de las toxinas de la madre a las crías durante el embarazo y la lactancia, como ocurre en los delfines nariz de botella.

Matanza-de-ballenas

Matanza-de-ballenas

Los argumentos no importan a isleños, que siguen la “tradición” por diversión, explicando que forma parte de sus raíces. Algunos de ellos sostienen que para iniciar la vida adulta, un muchacho debe matar a un delfín o una ballena.
Desde el año 1985 la ONG Sea Shepherd para la conservación de la fauna marina, cuya misión es acabar con la destrucción del hábitat y la matanza de la fauna en los océanos del mundo, ha liderado campañas para oponerse a la masacre en las Islas Feroe. Miles de personas han firmado peticiones, sin embargo, son ignoradas por el Gobierno de Dinamarca.
¿Sabe cuántos calderones y delfines mueren durante la  matanza? Pues alrededor de ¡2 500! ¡Una barbarie!

Recordemos que…”la Naturaleza inspira, cura, consuela, fortalece y prepara para la virtud al hombre”. Sólo hay un modo de que perdure: respetarla y servirla.

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