¡Y se sigue fumando!
17 de junio de 2022
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La intensa divulgación desplegada sobre el factor cancerígeno del alquitrán, uno de los componentes del cigarro, no ha servido para convencer a los escépticos. Y la ciencia, conocedora del peligro intrínseco en el tabaquismo, cuestiona a los Gobiernos el por qué no se erradica de los pueblos ese mortal asesino.
¿Cómo se puede comercializar un producto que mata a la mitad de quienes consumen regularmente? ¿Es posible empaquetar muerte, enfermedad y adicción como placer, libertad y diversión?
El cáncer de pulmón continúa siendo la causa primordial de muertes relacionadas con esta patología oncológica. El estimado de la cifra de fallecidos por ella es superior en el hombre. En cuanto a las mujeres, el cáncer de mama crece más que el de pulmón, pero, el índice de mortalidad para este último, es dos veces mayor.
La mayoría de los casos requiere quimioterapia y/o radioterapia, es decir, el pronóstico global para los pacientes con cáncer pulmonar es sombrío, a pesar del desarrollo tecnológico de la práctica médica.
Esto representa un alto costo en términos económicos, y, desde el punto de vista social y humano, un gran número de enfermos que podrían salvarse cada año.
¿Podrían reaccionar los fumadores y vencer la adicción para salvar su propia vida y, a la vez, proteger a las generaciones futuras?
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