Temible dolor
20 de diciembre de 2018
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En su expresión más severa, la migraña, sigue dañando a pesar del desarrollo de la ciencia. Quienes la padecen saben que, prácticamente, invalida a los más resistentes. Además del dolor, sus síntomas más frecuentes son visión borrosa, los escotomas centelleantes o la pérdida de la visión en parte del campo visual.
Criterios médicos consideran que los factores desencadenantes son el estrés, la ansiedad, el desorden emocional, los cambios hormonales, la hipoglucemia o períodos con hambre, el sueño, la luz y ruidos intensos, los olores fuertes, la exposición a cambios atmosféricos, el trauma craneal banal, así como la ingestión de chocolate, cítricos, helados, excesos de café, bebida alcohólicas y el tabaquismo.
Realmente, la migraña es un desorden familiar caracterizado por una cefalea pulsátil, periódica, generalmente unilateral, que comienza casi siempre en la niñez, en la adolescencia o temprano en la vida adulta; se acompaña de fotofobia y las crisis pueden durar entre 4 y
72 horas, aunque tiende a disminuir su frecuencia con el paso de los años. Esta modalidad se encuentra dentro de las cefaleas de origen vascular.
Hasta el momento, ese dolor de cabeza agudo, que puede convertir en un suplicio las tareas más sencillas y cotidianas, podría originarse en un desorden eléctrico de las neuronas, y no en anomalías en los vasos sanguíneos, como se creía tradicionalmente, cuando los médicos consideraban que las migrañas se debían a una dilatación anormal de los vasos sanguíneos, pero un estudio posterior con dispositivos que permiten tomar imágenes del cerebro mientras ocurre el ataque, demostró que las neuronas afectadas presentan un nivel de excitación fuera de lo normal.
Cuando algo desencadena la crisis, estas neuronas emiten pulsos eléctricos que se propagan por el cerebro hacia el tronco cerebral, donde se encuentran terminaciones asociadas con el dolor.
Los especialistas admiten que muchas veces no se reconocen los síntomas de la migraña, y no saben cómo tratar el dolor de cabeza. Por tanto, los expertos recomiendan que quienes la sufran, deben llevar un registro diario de los ataques y las posibles causas que le desencadenaron. Esta información podría ayudar al médico a diagnosticar la migraña y encontrar el tratamiento adecuado.
Cerca del 20 % de las personas con este padecimiento se encuentran en condiciones de tomar medicamentos que podrían reducir los ataques a la mitad, pero pocas veces se someten a tratamiento por diagnósticos errados.
Mientras los científicos investigan, algunos pacientes desesperan y toman medicamentos contra la epilepsia, que inhiben las descargas eléctricas anormales asociadas con la migraña, y otros se valen de drogas para tratar afecciones coronarias o ciertos antidepresivos.
Y es que no hay paciencia posible para esperar el resultado de la ciencia, porque cuando el dolor de una crisis de migraña comienza, bloquea el pensamiento y hasta la razón.
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