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Síndrome de Reiter

22 de abril de 2021

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Tratar-la-artritis-reactiva

 

Para todos es conocido que el nombre de muchas enfermedades coincide con el científico que las descubre. Así ocurre con este síndrome descrito por primera vez en 1916 por el fisiólogo alemán Hans Reiter.

Incluido entre las enfermedades reumáticas, durante muchos años el síndrome constituyó una rareza, pero el desarrollo de la medicina posibilitó diagnosticar, no solo los casos típicos, sino también los que se presentan con el cuadro incompleto del síndrome.

Aunque todavía su causa es desconocida, los síntomas se pueden resumir con la presencia de artritis (inflamación de las articulaciones), uretritis (inflamación de la uretra), conjuntivitis (inflamación del revestimiento del ojo), así como lesiones de la piel y las membranas mucosas. 

Puede aparecer en los grupos vulnerables (niños, mujeres y ancianos), pero es más frecuente en hombres entre 20 y 40 años, especialmente, después de una infección de transmisión sexual (ITS). No obstante, sigue en estudio la predisposición genética al síndrome.

La multiplicidad de sus síntomas hace confuso el diagnóstico, porque los pacientes pueden presentar secreción uretral, ardor o dolor al orinar, secreción y dolor en los ojos, dolores articulares en cadera, rodilla, tobillo, así como en la espalda, talón y tendón de Aquiles. También pequeñas úlceras indoloras en la boca, lengua, en el glande y variadas lesiones cutáneas sobre las palmas de las manos y las plantas de los pies muy parecidas a la psoriasis.

El síndrome de Reiter tiende a mejorar en unos 3 o 4 meses de tratamiento médico, pero hasta un 50% de los afectados experimentan recurrencia de la artritis u otros síntomas durante varios años. La falta de atención especializada puede propiciar el estado crónico de la enfermedad y otras complicaciones más severas.

Diversos criterios científicos coinciden en que su aparición se vincula a pacientes jóvenes e íntimamente asociados a brotes diarreicos epidémicos, o la mayor tendencia a relaciones sexuales inestables (teoría endémica), lo cual facilita la infección por algunos de los gérmenes responsables.

La prevención se dirige hacia esas dos vertientes: en los casos de ITS, con el uso del condón; el lavado de las manos y la higiene en la preparación de los alimentos para evitar una infección gastrointestinal. Ambas vías expeditas para desencadenar el síndrome.

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