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Peligrosa invasión

13 de enero de 2017

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Los hongos, microscópicos seres vivos, son enemigos capaces de permanecer encerrados en sus esporas y mantener ese estado vegetativo durante mucho tiempo, esperando circunstancias propicias para aparecer y extenderse por todo el cuerpo. Por supuesto, el calor que aumenta la sudoración, son condicionantes fundamentales para esa plaga invisible.

Tan temibles microorganismos provocan molestas infecciones en la piel: las micosis dérmicas, manifiestas en picores, enrojecimiento o descamación interdigital, que requieren atención facultativa y evitar su propagación.

Tres son las claves para las también llamadas dermatomicosis o tiñas: falta de aire, falta de luz y humedad.

Entre los lugares de mayor peligro de contraer hongos están los baños colectivos, incluso, los del hogar, y las minipocetas con duchas donde los bañistas se enjuagan cuando salen del mar o de las piscinas. Por eso, resulta imprescindible, bañarse con zapatillas de goma, y no andar descalzos en áreas donde existan los riesgos señalados.

Para evitar la presencia de esos desagradables inquilinos de la piel, se recomiendan mínimas normas de higiene:

1-No andar descalzos en lugares húmedos, sobre todo, donde el sol no incida directamente.

2-Ducharse calzados antes y después de bañarse en piscinas para eliminar gran parte de los gérmenes que portamos.

3-Secarse bien después de un baño, poniendo especial cuidado en los espacios interdigitales de los pies y en los pliegues de la piel.

4-Cuidarse del exceso de sudoración, otro de los factores que contribuyen a esta afección. Existen productos farmacéuticos a base de sales de aluminio y polvos o cremas que disminuyen la humedad. También, usar calzado que facilite la transpiración y calcetines de algodón.

Los hongos suelen aparecer entre el cuarto y quinto dedo del pie, factible a la descamación y grietas.

Generalmente, el médico prescribe antifúngicos, pero es recomendable la valoración del dermatólogo, especialista en identificar si se trata de hongos por la diversidad de manifestaciones: cambios en el olor corporal, modificaciones en la queratina, entre otros, que pueden confundirse con infecciones causadas por dermatofitos, inmunes al tratamiento antihongos.

Quien haya sufrido micosis alguna vez, debe prever posibles reapariciones. Es importante aplicar a los zapatos productos funguicidas que penetren bien en el material.

Los hongos son muy contagiosos. Por tanto, debe evitarse el intercambio del calzado, toallas y calcetines para evitar la transmisión. Y además, cuidarse de “autotransportarlos” al rascarse, por ejemplo, entre los dedos de los pies y luego en las manos, las ingles, o el resto del cuerpo.

Aunque produzca rechazo conocerlo, el cuerpo humano es sensible a hospedar distintos tipos de hongos. Las tiñas son características de enfermedades micóticas originadas por dermatofitos que aparecen en estructuras con queratina: la epidermis o capa más superficial de la piel, el pelo y las uñas. Se clasifican en: capitis, barba, corporis, cruris (zona genital); pedis, manum, ungueal (de las uñas). Las más frecuentes:

Tinea corporis: hongos que colonizan los tejidos queratinizados en el cuerpo, excepto en las ingles, las palmas de las manos y los pies.

Tinea pedis (“pie de atleta”). Deriva su nombre de la tendencia al calzado deportivo. Afecta al pie de diversas formas (ampollas, escamas, ulceras o zonas blanquecinas…), normalmente se acompaña de enrojecimiento de la piel, grietas y picazón, y en algunos casos, fetidez. Puede propiciarlo también hongos no dermatofitos, como las cándidas (levaduras), y por bacterias.

Tinea ungueal y onicomicosis. En la mayoría de los casos solo produce perdida de transparencia de las uñas, que adquieren un color amarillento junto con zonas blancas, y una especie de aserrín blanco entre la uña y la piel llega a despegarla. Si no se atiende rápido, la colonia de hongos se convierte en crónica.

Con la debida higiene y respeto a las orientaciones médicas, se puede evitar siempre esa peligrosa invasión.

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