Los jarabes
3 de marzo de 2020
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Cuando se habla de jarabes, son muchos los que de inmediato recuerdan los medicamentos para la tos que les daban a tomar cuando eran niños. Ciertamente, uno de los usos más extendidos de estos preparados líquidos ha sido la administración de principios activos antitusivos, tanto solos como en combinación con otros agentes mucolíticos, expectorantes y antihistamínicos, empleados en el tratamiento de la tos y otros síntomas asociados al resfriado o la gripe.
Sin embargo, haciendo un poco de historia, el uso de los jarabes se remonta mucho tiempo atrás, incluso antes del descubrimiento del azúcar, época en que se preparaban con miel.
Se caracterizan por ser líquidos de consistencia viscosa, que por lo general contienen soluciones concentradas de azúcares como la sacarosa, en agua o en otro líquido.
Entre sus propiedades están su sabor agradable, capaz de encubrir otros sabores indeseables, así como su alta estabilidad física y química frente a posibles alteraciones microbiológicas.
Aunque no es su único uso, como preparado farmacéutico los jarabes ofrecen la ventaja de su fácil administración, algo que los ha convertido en una presentación de elección para la administración de medicamentos en la edad pediátrica.
Además de los jarabes medicados en los que la preparación acuosa contiene alguna sustancia medicinal agregada, que sin lugar a dudas son los más difundidos, existen otros tipos de jarabes. Uno de ellos es el jarabe simple, en el que solamente se utiliza agua purificada para preparar la solución de sacarosa. Además, existe el jarabe aromatizado, que es por lo general un jarabe no medicado que contiene diversas sustancias aromáticas o de sabor agradable, que suele utilizarse como vehículo para otras preparaciones.
Una limitación de los jarabes son las bases azucaradas que contienen, empleadas para enmascarar el sabor desagradable de algunos principios activos. Esto hace de los jarabes una preparación con alto riesgo de producir caries dental.
El empleo de jarabes ha estado muy extendido en la edad pediátrica, en donde se necesita facilitar la administración de los medicamentos. En la actualidad, esta forma farmacéutica ha sido desplazada por soluciones y suspensiones de metilcelulosa, más inertes con respecto a los principios activos, con menor osmolaridad, menor viscosidad y menor tendencia al crecimiento bacteriano.
Respecto al empleo de los jarabes para el tratamiento de la tos en los niños, los pediatras alertan que no siempre son convenientes ni efectivos, además de que en ocasiones pueden suponer un peligro para su salud.
Frente a las escasas evidencias de los beneficios de su uso, lo más aconsejable es optar por medidas naturales como la miel a partir del primer año de vida. Igualmente, ante la falta de evidencia científica que justifique la utilización de mucolíticos y antihistamínicos, en su lugar se recomienda el consumo de abundantes líquidos.
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