Cuando el cuerpo tiembla

17 de junio de 2016

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Heidy González Cabrera

 

 

Sin lugar a dudas, ese movimiento imperceptible de las manos, que incluso se proyecta en el habla, avergüenza e inquieta a quien lo presenta por desconocer que origina tan inesperado síntoma.

Aunque tradicionalmente es atribuido al proceso de envejecimiento, en cualquier edad aparecen por fatiga, estrés, ira, miedo, exceso de cafeína, cigarrillos y múltiples causas más.

Esa manifestación pasaría inadvertida si no fuera porque en las manos se descubre ante todos, no obstante, también afecta los brazos, párpados, labios o cualquier otro músculo del cuerpo, aunque muy pocas veces se refleja en los miembros inferiores.

El temblor tiene solución rápida cuando es provocado como respuesta a una ingestión inadecuada de medicamentos; basta consultar al médico que orientará la conducta a seguir. Pero nunca debe tomarse esa decisión por cuenta propia porque hay fármacos que requieren una disminución paulatina para la interrupción.

Las personas dependientes de la drogadicción, conocen esa consecuencia y que urge apresurarse a recurrir al tratamiento adecuado. Además, la gran mayoría de los adictos saben que el síntoma aumenta cuando hay suspensión repentina de la droga, es decir, la llamada abstinencia.

Puede generarlo también el nerviosismo, para lo que se orienta relajación, ejercicios especiales para la respiración, y sobre todo, evitar el exceso de la cafeína. En casos extremos se requiere intervención quirúrgica para disminuir o mejorar el control muscular.

Hay que saber que un temblor mantenido deviene aviso de que algo anda mal en el organismo, digamos, posibles enfermedades neurológicas. También se atribuye al consumo excesivo de alcohol, lo que afecta las células nerviosas, sin contar a múltiples causas desconocidas.

Los temblores pueden desatarse por razones más complejas todavía: neuropatías, tumor cerebral, esclerosis múltiple, hipoglucemia, mal de Parkinson, o accidente cerebrovascular, entre otras múltiples enfermedades.

Sin excepción, este trastorno que asusta con lógica, requiere la inmediata atención profesional antes de que el mal alcance proporciones mayores. Por tanto, pueden dirigirse, inicialmente, a los clínicos, que una vez realizada las investigaciones de rigor, remitirá al paciente a la especialidad apropiada.