Aprender a enfrentar
10 de septiembre de 2018
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La sensibilidad humana está expuesta a múltiples riesgos, pero la magnitud de sus consecuencias depende del control emocional aprendido en el transcurso de la vida. Quien no sea capaz de dominar sus sentimientos, puede llegar a un desenlace fatal ante cualquiera de las imprevisibles pruebas a que nos somete la vida.
Muchos casos se conocen de quienes, al recibir una mala noticia, presentan un paro respiratorio, un accidente cerebro o cardiovascular. Otros, que por la proximidad de una prueba escolar o la pérdida de una persona querida desatan problemas estomacales, sudoraciones, desmayos, en fin, una amplísima gama de trastornos.
La ciencia médica denominó estás reacciones involuntarias como trastornos psicosomáticos, que definen la relación entre el cuerpo y la psiquis.
Algunos investigadores consideran que los pacientes que enfrentan estos trastornos poseen una personalidad infantil pues su respuesta al conflicto es directamente con su cuerpo, sin que medie el razonamiento. Generalmente, no son capaces de afrontar los problemas sin evitar una descarga psíquica que se refleja en su organismo.
Los ejemplos son variados: palpitaciones cuando se enojan, acidez cuando se disgustan, aumento o disminución del apetito si se angustian. Sus órganos reflejan lo que son incapaces de expresar o sentir. Es una compleja modalidad de inadaptación al entorno, una forma estereotipada y rígida.
Por cualquier situación estresante desencadenan una reacción en cualquier parte específica del cuerpo, un síntoma que marcará la cronicidad. Aunque es variadísimo el diapasón que caracteriza los trastornos psicosomáticos, no obstante, tienden a reflejarse de las siguientes maneras:
Aparato digestivo: Úlcera péptica, colitis ulcerosa, gastritis, constipación, hemorroides y alteraciones a nivel de la vesícula.
Vías respiratorias: Asma bronquial, bronquitis, rinitis alérgica y sinusitis. La depresión produce suspiros, la sorpresa corta la respiración, la angustia ahoga y la emoción sofoca.
Sistema cardiovascular: Hipertensión arterial, infarto de miocardio y hemorragias cerebrales.
Aparato genitourinario: Vaginismo, trastornos menstruales, enuresis, disfunciones sexuales, etc.
Sistema endocrino: Bocio, diabetes, hipertiroidismo y obesidad.
Dermatología: Eccema, alopecia, picazón, urticaria, soriasis.
Aparato locomotor: Dolores lumbares, defectos en la postura, artritis reumatoidea.
La literatura médica recoge múltiples reacciones incorporadas al organismo humano como respuestas a problemáticas establecidas a nivel subconsciente, arrastradas, incluso, desde edades tempranas por modelos de crianzas inadecuados, severidad, rigor, violencia, etc.
Tratamientos
Quizás algunos se pregunten si estos trastornos tienen cura. Los especialistas aseguran que sí, aunque por muy diversas formas. Las terapéuticas se abordan por un equipo multidisciplinario, donde el psicólogo, ostenta un papel protagónico, tomando en cuenta el origen orgánico y psicológico a la vez. Pero, es de señalar que la psicoterapia, indispensable en estos casos, debe ser tanto individual como familiar.
Vale aclarar que un trastorno psicosomático reflejado en un órgano específico llega a dañar su funcionamiento normal requiriéndose una atención especializada en esa dirección.
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