Alteraciones del gusto por medicamentos
3 de agosto de 2021
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Uno de los síntomas distintivos del Covid-19 es la pérdida del gusto. Como se ha podido ver a lo largo de la pandemia, este sentido, junto con el olfato, resultan afectados en la mayoría de los pacientes desde el comienzo de la infección. Por esta razón, se han convertido en una señal de alerta muy importante cuando existe la sospecha de que se podría estar padeciendo la enfermedad.
Sin embargo, aunque las circunstancias actuales conducen a pensar en esta relación, la infección de Covid-19 no es la única razón por la que pueden producirse las alteraciones del gusto.
Las alteraciones del sentido del gusto pueden ser cuantitativas cuando hay una pérdida total llamada ageusia o parcial, denominada hipogeusia, o bien cualitativas, cuando se produce una distorsión en la percepción llamada disgeusia.
Entre los múltiples factores que pueden producir alteraciones del gusto se encuentran los medicamentos. En la práctica clínica, la causa más frecuente de alteraciones del gusto son los fármacos, hasta el punto de que algunos autores recomiendan que cuando se detecta una alteración del gusto, especialmente en pacientes ancianos, se considere como primera posibilidad a descartar que el responsable sea un fármaco.
Un gran número de fármacos han sido asociados a la aparición de estos trastornos y en muchos casos el mecanismo por el que se producen no está claro. Con frecuencia es difícil distinguir si el fármaco tiene un sabor desagradable o si verdaderamente altera el sentido del gusto.
Los fármacos pueden alterar el gusto por múltiples mecanismos. Pueden hacerlo tras la ingesta inicial o cuando son secretados en la saliva. La sequedad oral, llamada xerostomía, que provocan algunos medicamentos, limita el acceso de las sustancias a los receptores del gusto y las alteraciones de la producción y la composición de la saliva y otros componentes de la mucosa.
Son muchos los fármacos que ocasionan alteraciones en la función gustativa y olfatoria. Entre ellos algunos antibióticos, antiepilépticos, antitiroideos, las benzodiacepinas, los antiarrítmicos, los antihipertensivos, entre otros. El mecanismo por el cual los fármacos provocan estas alteraciones no es conocido, pero probablemente se deba a una acción a diferentes niveles tanto central como periférica.
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