Al Mambí Desconocido (+Video)
14 de noviembre de 2017
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La restauración del Capitolio Nacional y la devolución de sus funciones de gobierno son uno de los acontecimientos más importantes de la historia actual del país. Un tremendo esfuerzo para la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, y para el gobierno cubano; sin embargo el edificio inaugurado el 20 de mayo de 1929 guarda muchas historias inéditas, que se han escrito con el avance de las obras.
Muchos son los tesoros del edificio: desde la estatua de la República de 17 metros de altura, la linterna de la cúpula del Capitolio, hasta el mítico diamante que marca el kilómetro cero de la Carretera Central, pero pocos conocen que en la raíz del edificio se encuentra el fundamento de la nación, como sentenció el Historiador de la Ciudad de La Habana, el Doctor Eusebio Leal Spengler.
La Tumba al Mambí Desconocido es quizás una de las piezas claves en el rompecabezas que constituye el magno monumento. El proyecto tiene la firma del arquitecto Félix Cabarrocas, autor junto a Evelio Govantes y otros, del Capitolio que conocemos hoy día.
El sueño inconcluso
La concepción de la Tumba y Cripta al Mambí Desconocido comenzaría en el espacio que preside Palas Atenea, punto central del Salón de los Pasos Perdidos. Justo donde luego se colocó una estrella de bronce y en su centro el mítico diamante, se abriría alrededor un mirador que permitiera a los visitantes descubrir que, siguiendo el eje vertical de la cúpula, en la matriz del edificio, se hallaba un féretro, “el fundamento moral, político e histórico de la nación: el soldado cubano desconocido a cuyos esfuerzos, y sacrificios sin nombre, se debe el nacimiento de Cuba como República”, como ha sentenciado Leal Spengler en varias ocasiones.
El proyecto de Cabarrocas no llegó a realizarse: el piso se cerró pero la cripta abajo se concluyó, aunque el espacio quedó vacío, sin el sepulcro que debía llevar en su centro. Los detalles los revela el Libro del Capitolio, confeccionado como testimonio de las obras de construcción.
Una primera mención describe: “en la planta baja se proyectaron los cuatro vestíbulos de entrada, la rotonda central, que no llegó a ejecutarse, pues se decidió convertirla en la Cripta del Soldado Desconocido”.
Efectivamente, la entrada principal se encuentra debajo de la escalinata de Honor, y en su momento debió ser un sitio de confluencia para los miembros del Senado y la Cámara de Representantes que radicaban en el Capitolio, por la conexión que tiene con otros espacios del edificio. Mariela Mulet, jefa inversiones del Capitolio por la Oficina del Historiador, añadió en entrevista para Habana Radio que la sala constituyó una importante vía de acceso al inmueble, ya que en su interior se comunica, a través de las Escaleras de Honor, con la entrada del edificio ubicada en la calle Industrias, acceso que utilizaban los congresistas en la República.
En el Libro…, además, se detalla: “Al frente del edificio, y en los costados de la gran Escalinata de Honor, hay dos arcos de proporciones muy sólidas que conducen a un gran pasaje a cubierto donde están las entradas a la cripta para la Tumba del Mambí Desconocido”. El lugar cuenta con “un carácter especial de severidad”, que se refuerza a las puertas de la Cripta, tres ejemplares de “hierro forjado de carácter romano con gruesos barrotes y ornamentos simbólicos con el escudo de la República en bronce y hierro repujado”. Esa es la primera visual que tendrá el público cuando asista a la Tumba.
La publicación de tres tomos que ha servido de guía para la restauración del Capitolio así reseña el proyecto original concebido para el espacio:
“La estructura de la cripta es una curva baja y cerrada (…) La colocación del túmulo, para la cual se bajará el nivel del piso, recuerda el efecto imponente de las tumbas de Napoleón y de Grant [se refiere al general y presidente de los Estados Unidos, Ulysses S. Grant]. (…) El público podrá contemplar el sarcófago, pero a cierta distancia, desde la baranda que circunda la abertura central de la rotonda y mirando hacia abajo, esto es, hacia el seno de la tierra, donde cayó para siempre el héroe anónimo”.
A continuación se enumeran toda una serie de elementos decorativos simbólicos que adornarían el lugar, como seis figuras de mujer de bronce que sostendrían el ataúd, cuyos escudos de armas contarían con los nombres de los combates de la Invasión a Occidente. El sarcófago en su tapa, estaría cruzado de extremo a extremo con el machete libertador, y en él se indicaría el recorrido de la epopeya desde Baraguá hasta Mantua. Guirnaldas con el gorro frigio de la República y coronas funerarias completarían por los extremos el sarcófago. También decorarían “pencas de la palma criolla”, y en su interior un pequeño local se dedicaría a museo histórico.
“La cripta y tumba del soldado desconocido será, en suma, el sagrario del más noble recuerdo que puede albergar un patriota en su corazón: el del mambí anónimo que envuelto en su propio heroísmo, cayó un día para siempre en la manigua redentora”, sentencia el texto.
Con todos estos honores estaría decorado el monumento, aunque el diseño tuviera poca relación con el desprendimiento de posesiones y lujos que siempre caracterizó a los héroes de la independencia cubana. Para 1929, los planos y sketches de Félix Cabarrocas solo estaban aprobados. Quizás el costo, y el plazo de entrega de la obra, no permitieron que se ejecutaran.
Sin embargo, todo lo que sigue, todo lo que realmente encuentra el espectador cuando se adentra hoy en la sala, es el resultado de la intención por completar una historia que no se terminó, no con los lujos y la opulencia que rodearon la construcción del Capitolio en su momento, sino con la solemnidad que este tipo de homenajes merece.
Se desconoce, a ciencia cierta, el destino del recinto vacío en los años siguientes a la inauguración. Puede que haya sido solo un salón de paso, o una capilla, lo cierto es que en 1953 la revista Bohemia reseñó un acto religioso-cultural que retomaba la función de mausoleo de la sala: la celebración del 79 aniversario de la muerte de Carlos Manuel de Céspedes.
El 22 de febrero de 1953, bajo el título “Cripta a la memoria del Padre de la Patria” apareció publicado el programa del acto de “apertura de la cripta acabada de construir en el Capitolio donde se levanta un cenotafio a la memoria de Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria”, amplía la nota. El acto fechado para el día 27 de dicho mes fue valorado como “uno de los acontecimientos patrióticos en la República”, e incluyó “un desfile frente al sepulcro vacío” en recuerdo al “mártir de San Lorenzo”.
En la fecha prevista, se bendijo la cripta y el cenotafio por el entonces Obispo Auxiliar de La Habana; se develó un monumento a la memoria del Padre de la Patria, y tarjas conmemorativas de los episodios de La Demajagua y de Bayamo; además de la celebración de una “misa solemne en sufragio del alma de Carlos Manuel de Céspedes”.
Al acto asistieron “el Presidente de la República, general Fulgencio Batista, acompañado de su Consejo de Ministros, así como el Cuerpo Diplomático, el Consejo Nacional de Veteranos” y los miembros de la Orden Nacional de Mérito homónima.
En un recorrido reciente por este salón del Capitolio, el Historiador de la Ciudad calificó aquel acto como “un sinsentido, que tras el 1ro. de enero de 1959 quedó felizmente en el olvido”.
El momento en que se escribe la historia
Con la Revolución, el edificio del Capitolio acogió, sucesivamente, funciones como Museo, Academia de Ciencias, y sede del Ministerio de Ciencias y Tecnología y Medio Ambiente (CITMA), hasta que la Oficina del Historiador de la Ciudad intervino para restaurar capitalmente el edificio, y devolverle su función de sede de gobierno acogiendo a la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Todos los espacios se han ido restaurando desde entonces, en un avance indetenible y detallado. Partiendo del proyecto de Cabarrocas, cuyos planos conserva la Empresa Restaura, se iniciaron las obras de La Tumba al Mambí Desconocido. Comenzaban con un lienzo en blanco, pues en el año 2013 el CITMA ya había retirado sus últimas pertenencias del local, que hasta entonces había funcionado como archivo de la Biblioteca Científico-Técnica de la institución.
“El Doctor Leal pidió retomar el proyecto, para que el Capitolio también contara con un salón donde realizar actos de homenaje, y que fuera parte del recorrido de visitas oficiales (…) Se revisaron los planos originales pero se decidió que se completaría el recinto con mayor sencillez, sin renunciar a los elementos de la historia patria”, detalló la ingeniera Marisol Marrero, proyectista del Capitolio.
Desde el primer momento, la intervención respetó los recursos originales del recinto, desde el color de las paredes, la decoración de las molduras, los suelos de granito, y los detalles ornamentales originales que se hayan en las puertas y lámparas del salón, y que a menudo escapan a la vista. En ella tuvieron un papel protagónico los estudiantes, y graduados, de la Escuela-Taller Gaspar Melchor de Jovellanos, y los obreros de la Constructora Puerto Carenas.
“El espacio se preservó tal y como era originalmente, solo se confeccionó un falso techo a dos niveles para otorgarle jerarquía al centro del recinto, e incorporar luminarias que permitieran acentuar ciertos elementos. (…) El proyecto actual concibe la iluminación del diamante, y armonizando con el eje vertical, una luz debajo de este incidirá en el punto donde se encuentra la llama eterna, en el piso inferior. La coincidencia es parte de la tipología del edificio”, añadió Marrero, y es quizás el énfasis de la iluminación una de las coincidencias con el proyecto original del arquitecto Cabarrocas, quien concibió que la luz que descendiera desde el techo hasta la llama aludiera a la Estrella Solitaria de la bandera nacional.
El fundamento de la nación
Son muchos los elementos que se conjugaron para completar la obra escultórica y arquitectónica que es la Cripta al Mambí Desconocido, y su significación. Quizás en ellos radique la magnitud del monumento, en la suma de símbolos que por sí solos cuentan la historia del país.
Las imágenes publicadas por Bohemia en el 53, reflejaron que a la cripta se incorporó una lámpara de bronce y mármol, una llama eterna. “Al llegar al Capitolio no se encontró, sin embargo la búsqueda nos llevó al Museo de Ciencias Carlos J. Finlay, sede de la Academia de Ciencias a su salida del Capitolio, a donde había sido trasladada”, explicó Mariela Mullet.
Hoy, al centro del sepulcro, está encendido el fuego votivo, gracias a la devolución del Museo de la Ciencias Médicas y su Director, el Doctor José López Sánchez, narró Leal Spengler.
Frente a la flama se encuentra la Tumba al Mambí Desconocido: “Al restaurar hoy el espíritu del Capitolio, se creyó conveniente situar el verdadero túmulo, tal y como fue imaginado. Se realizó la obra en una piedra de mármol maciza, en cuyo interior se colocó una urna con los restos de un soldado oficial desconocido, traídos del Panteón de los Veteranos de la Independencia del Cementerio de Colón”, reveló el Director de la Red de Oficinas del Historiador y del Conservador de la Ciudades Patrimoniales de Cuba.
Con letras de bronce se lee en la cubierta: “Al Mambí Desconocido”, y en el frente, el Escudo cubano también en dicho metal, del cual parten hojas de laurel y acanto que envuelven la blanca piedra, que simbolizan la gloria combativa y del mérito alcanzado en el campo de batalla.
Ante él, la ofrenda del agradecimiento patrio: una corona de flores que envía, todos los días desde que reposan los restos allí, el Presidente de la República, el General de Ejército Raúl Castro Ruz, quien en palabras de Leal Spengler, visitó el recinto para rendir homenaje.
Rodean el sarcófago insignias importantes del edificio como una réplica de la escultura de Angelo Zanelli que se encuentra en el salón principal del Capitolio; las banderas de las naciones hispanoamericanas, y además, las de Estados Unidos, España y Portugal, países con una estrecha relación con el continente.
Completan el espacio una reproducción del Escudo de Armas de Cuba, la alocución de Carlos Manuel de Céspedes al ser proclamado Presidente de la República en la Asamblea de Guáimaro; y las notas del Himno de Bayamo compuesto por Pedro Figueredo.
Durante la visita al cenotafio se escucha la melodía de la conocida obra “Paráfrasis”, del compositor Hubert de Blanck, inspirada en el Himno Nacional cubano. La interpretación corresponde a la Camerata Romeu.
Para beneplácito de los cubanos, y todos aquellos interesados por conocer parte de la historia del país a través de uno de sus símbolos más importantes, la sala-homenaje estará abierta al público en los horarios de 8:00 a.m. a 12:00 m, y de 1:00 p.m. a 4:00 p.m.
Porque como ha dicho Eusebio Leal Spengler, “esa es la base sobre la cual se levanta la nación”, y es el Historiador de la Ciudad de La Habana quien resume mejor el propósito de completar la historia de la ejecución del edificio que quedó inconclusa: la Cripta y Tumba al Mambí Desconocido, el fundamento del Capitolio Nacional “testigo de la vocación de Cuba por su libertad”.
A este importante monumento se acerca el siguiente capítulo de Visión Habana
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