Una carta de despedida
8 de octubre de 2015
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Apenas había cumplido los dos años cuando el líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, diera a conocer la carta de despedida de Ernesto Che Guevara, en el acto que coincidió con la fundación del Primer Comité Central del Partido y del periódico Granma (fusión de los diarios Hoy y Revolución), el 3 de octubre de 1965, en el teatro Chaplin, actual Karl Marx. Ya tengo 52, y desde que tuve conciencia hasta hoy siempre que la escucho me estremezco.
A 50 años de ese acontecimiento no es difícil comprender la profunda dimensión de las palabras del Che cuando partió a la lucha por la soberanía del Congo y, posteriormente, a Bolivia donde perdió la vida hace 48 años… “Siento que ya he cumplido la parte de mi deber que me ataba a la Revolución cubana en su territorio y me despido de ti, de los compañeros, de tu pueblo, que es ya mío (…) Otras tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos (…) luchar contra el imperialismo dondequiera que esté; esto reconforta y cura con creces cualquier desgarradura (…) si me llega la hora definitiva bajo otros cielos, mi último pensamiento será para este pueblo y especialmente para ti…”.
El 9 de octubre de 1967, un día después de ser capturado por el ejército boliviano, el “Che” Guevara fue asesinado en la localidad de La Higuera, Bolivia. La figura del Che tuvo y tiene un alcance latinoamericanista y más allá. Así lo reafirma en una carta al movimiento peronista Juan Domingo Perón tras confirmarse la caída en combate del guerrillero: “Con profundo dolor he recibido la noticia de una irreparable pérdida para la causa de los pueblos que luchan por su liberación. Quienes hemos abrazado este ideal, nos sentimos hermanados con todos aquellos que, en cualquier lugar del mundo y bajo cualquier bandera, luchan contra la injusticia, la miseria y la explotación. Nos sentimos hermanados con todos los que con valentía y decisión enfrentan la voracidad insaciable del imperialismo, que con la complicidad de las oligarquías apátridas apuntaladas por militares títeres del Pentágono mantienen a los pueblos oprimidos”.
“Hoy ha caído en esa lucha, como un héroe, la figura joven más extraordinaria que ha dado la revolución en Latinoamérica: ha muerto el Comandante Ernesto «Che» Guevara”.
“…Su vida, su epopeya, es el ejemplo más puro en que se deben mirar nuestros jóvenes, los jóvenes de toda América Latina (…)”
Un momento emotivo lo fue sin dudas el traslado de los restos del Che y una parte de sus compañeros, muertos junto a él en tierras bolivianas. Lo recuerdo como si fuera ahora, y me emociono, porque formé parte de ese grupo de periodistas que en distintas posiciones iba narrando lo que acontecía durante todo el recorrido desde La Habana hasta Santa Clara. Recuerdo que mi punto de trasmisión fue el de la Ciudad Deportiva –siempre que paso por ahí viene a mi mente ese instante, porque solo fue eso, un instante pero suficiente para no olvidarlo.
La trasmisión del acontecimiento por la Cadena Rebelde se prolongó por 12 horas en la que participaron en la narración decenas de locutores y periodistas, así como un gran número de realizadores de sonidos, técnicos y personal de apoyo.
En la ceremonia central por el XXX Aniversario de la caída en combate del Guerrillero Heroico y sus compañeros, y la inhumación de sus restos, en el monumento de la ciudad de Santa Clara, Villa Clara, el 17 de octubre de 1997, el Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, pronunció un emotivo discurso: “Che fue un verdadero comunista y hoy es ejemplo y paradigma de revolucionario y de comunista.
”Che fue maestro y forjador de hombres como él. Consecuente con sus actos, nunca dejó de hacer lo que predicaba, ni de exigirse a sí mismo más de lo que exigía a los demás.
”Siempre que fue necesario un voluntario para una misión difícil, se ofrecía el primero, tanto en la guerra como en la paz. Sus grandes sueños los supeditó siempre a la disposición de entregar generosamente la vida. Nada para él era imposible, y lo imposible era capaz de hacerlo posible.
”…Ahora no está en La Higuera, pero está en todas partes, dondequiera que haya una causa justa que defender. Los interesados en eliminarlo y desaparecerlo no eran capaces de comprender que su huella imborrable estaba ya en la historia y su mirada luminosa de profeta se convertiría en un símbolo para todos los pobres de este mundo, que son miles de millones. Jóvenes, niños, ancianos, hombres y mujeres que supieron de él, las personas honestas de toda la tierra, independientemente de su origen social, lo admiran.
”Che está librando y ganando más batallas que nunca”.
Y así es, el Guerrillero Heroico está en todas partes: en la gran revolución que se levanta en América Latina, en los pueblos de África que conquistaron sus independencias, en los jóvenes y en los niños que cada ocho de octubre cuando reciben su pañoleta azul repiten: “Seremos como el Che”.
Por la profundidad de las palabras de Ernesto Che Guevara en su carta de despedida nos parece importante publicar su fascimilar.
“Año de la Agricultura”
Habana
Fidel:
Me recuerdo en esta hora de muchas cosas, de cuando te conocí en casa de María Antonia, de cuando me propusiste venir, de toda la tensión de los preparativos. Un día pasaron preguntando a quién se debía avisar en caso de muerte y la posibilidad real del hecho nos golpeó a todos. Después supimos que era cierto, que en una revolución se triunfa o se muere (si es verdadera). Muchos compañeros quedaron a lo largo del camino hacia la victoria.
Hoy todo tiene un tono menos dramático porque somos más maduros, pero el hecho se repite. Siento que he cumplido la parte de mi deber que me ataba a la Revolución Cubana en su territorio y me despido de ti, de los compañeros, de tu pueblo que ya es mío.
Hago formal renuncia de mis cargos en la dirección del Partido, de mi puesto de Ministro, de mi grado de Comandante, de mi condición de Cubano. Nada legal me ata a Cuba, sólo lazos de otra clase que no se pueden romper como los nombramientos.
Haciendo un recuento de mi vida pasada creo haber trabajado con suficiente honradez y dedicación para consolidar el triunfo revolucionario. Mi única falta de alguna gravedad es no haber confiado más en ti desde los primeros momentos de la Sierra Maestra y no haber comprendido con suficiente claridad tus cualidades de conductor y de revolucionario. He vivido días magníficos y sentí a tu lado el orgullo de pertenecer a nuestro pueblo en los días luminosos y tristes de la crisis del Caribe. Pocas veces brilló más alto un estadista que en esos días, me enorgullezco también de haberte seguido sin vacilaciones, identificado con tu manera de pensar y de ver y apreciar los peligros y los principios.
Otras tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos. Yo puedo hacer lo que te está negado por tu responsabilidad al frente de Cuba y llegó la hora de separarnos.
Sépase que lo hago con una mezcla de alegría y de dolor, aquí dejo lo más puro de mis esperanzas de constructor y lo más querido entre mis seres queridos… y dejo un pueblo que me admitió como un hijo; eso lacera una parte de mi espíritu. En los nuevos campos de batalla llevaré la fe que me inculcaste, el espíritu revolucionario de mi pueblo, la sensación de cumplir con el más sagrado de los deberes: luchar contra el imperialismo donde quiera que esté, esto reconforta y cura con creces cualquier desgarradura.
Digo una vez más que libero a Cuba de cualquier responsabilidad, salvo la que emane de su ejemplo. Que si me llega la hora definitiva bajo otros cielos, mi último pensamiento será para este pueblo y especialmente para ti. Que te doy las gracias por tus enseñanzas y tu ejemplo al que trataré de ser fiel hasta las últimas consecuencias de mis actos. Que he estado identificado siempre con la política exterior de nuestra Revolución y lo sigo estando. Que en dondequiera que me pare sentiré la responsabilidad de ser revolucionario Cubano, y como tal actuaré. Que no dejo a mis hijos y mi mujer nada material y no me apena: me alegra que así sea. Que no pido nada para ellos pues el Estado les dará lo suficiente para vivir y educarse.
Tendría muchas cosas que decirte a ti y a nuestro pueblo, pero siento que son innecesarias, las palabras no pueden expresar lo que yo quisiera, y no vale la pena emborronar cuartillas.
Hasta la victoria siempre. ¡Patria o Muerte!
Te abraza con todo fervor revolucionario
Che
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