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Primero de Mayo: Intentar lo grande, elevarnos para ser vistos de lejos

30 de abril de 2014

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Este primero de mayo, las plazas y calles de nuestras ciudades volverán a estremecerse ante la presencia de millones de personas que acudiremos a ellas para celebrar, como los cubanos sabemos hacerlo, el Día Internacional de los Trabajadores.
Las razones y los retos son infinitos. Años de esfuerzos, conquistas y sueños, avalan la masiva participación popular  en cada una de las tareas a que nos convoca la Nación.

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Este es un pueblo aguerrido y entusiasta. Así lo ha demostrado en innumerables oportunidades. Ante el llamado de la Patria, siempre ha estado presente el mandato martiano: “El mundo sólo respeta a los que pueden y batallan”. Y hemos batallado intensamente en defensa de nuestra soberanía; para preservar  la libertad alcanzada después de más de un siglo de difíciles combates en todos los terrenos.
Somos un país respetado y admirado en todos los confines del Planeta por su capacidad de resistencia ante las más despiadadas agresiones. Contamos con una fuerza laboral calificada; con profesionales altamente capacitados en variadas disciplinas del conocimiento humano; con hombres y mujeres solidarios y hospitalarios que tienden la mano a los amigos y ayudan a quienes lo necesitan en cualquier lugar del Planeta. Tenemos poderosas razones para sentirnos orgullosos de haber nacido en esta Isla Grande del Caribe.
Hoy, el pensamiento del más universal de los cubanos, como en cada pasado momento de victoria y optimismo, nos ordena y alienta: “La gloria y el triunfo no son más que un estímulo al cumplimiento del deber”.
Ahora, en este singular instante de nuestra historia, emprendemos decisivas batallas en la economía, la educación, la salud pública, el control de los recursos, la legalidad, la disciplina, la preservación de nuestro rico patrimonio, y el rescate de los más sagrados valores espirituales legados por las generaciones que nos antecedieron. Batallamos hoy por ser, en todos los sentidos, la nación próspera, instruida y culta que soñaron y por la que entregaron sus energías y sus propias vidas, decenas de miles de compatriotas a lo largo de una contienda por el mejoramiento humano que no se detendrá jamás.
“Basta para ser grande, intentar lo grande”, sentenció el Apóstol de nuestra independencia. Y a cumplir con esta legítima aspiración estamos convocados en la actual batalla por el perfeccionamiento de la sociedad cubana.
Vivimos un instante complejo, preñado de dificultades y desafíos objetivos y subjetivos generados por criminales conjuras externas y errores, trabas burocráticas e insensibilidades domésticos. Ante esta realidad inobjetable, vale acudir, una y otra vez, a la prédica martiana: “El lamento es de ruines cuando está enfrente la obra”.
Hoy se nos llama a ser eficientes en cada una de las acciones que emprendemos, a trabajar con rigor, a controlar el uso y destino de los recursos de que disponemos, y desterrar para siempre toda manifestación de indisciplina, corrupción y otros males incompatibles con el espíritu noble y humanista de nuestro socialismo.
“El oficio de un pueblo es crear, y la fuerza del mundo está en los que producen”, advirtió el Maestro, y definió categóricamente: “El hombre solo ama verdaderamente, o ama preferentemente, lo que crea”.
Ese es el reto permanente: Producir, crear, forjar con nuestro trabajo los bienes materiales y espirituales que nos harán más libres y contribuirán a conquistar el futuro promisorio que demandan nuestros hijos y los cubanos del porvenir.
Razones y retos abundan para que este Primero de Mayo, en cada rincón del país, reafirmemos el orgullo de ser cubanos y la decisión de hacer de nuestra Nación un ejemplo eterno de virtud, prosperidad y felicidad para todos.
“Es necesario elevarse como los montes para ser vistos de lejos”. Ese es el camino que traza José Martí a los cubanos de hoy.”

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