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Sabremos estar a la altura de este nuevo reto, como lo hizo la Generación del Centenario

26 de julio de 2016

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Discurso pronunciado por José Ramón Machado Ventura, Segundo Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en el acto central nacional por el aniversario 63 de los ataques a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, en Sancti Spíritus, el 26 de julio de 2016, “Año 58 de la Revolución”

 

(Versiones Taquigráficas – Consejo de Estado)

 

Compañero General de Ejército Raúl Castro Ruz;

Combatientes de la gesta del 26 de Julio y expedicionarios del Granma;

Familiares de los caídos;

Compatriotas y amigos de otras latitudes aquí presentes;

Espirituanas y espirituanos:

 

Seguro de expresar el sentir de nuestro pueblo y de millones de amigos de Cuba a lo largo y ancho del mundo, comienzo estas palabras trasmitiendo, en nombre de todos y en una fecha de tan especial significado, la más cálida felicitación al compañero Fidel Castro Ruz, líder histórico de la Revolución, por su (ya) cercano 90 cumpleaños.

Y algo aún más importante: ratificarle el compromiso de seguir siendo fieles a las ideas por las que ha luchado a lo largo de su vida y de mantener siempre vivos el espíritu de resistencia, la combatividad, el pensamiento dialéctico y la fe en la victoria que él supo inculcarnos, en primer lugar, con su ejemplo (Aplausos).

Preparándome para esta intervención, estudié nuevamente su discurso en esta ciudad, el 26 de julio de 1986.

Como es lógico, dedicó parte de sus palabras a las tareas en que se encontraba inmerso el país en aquel entonces, en medio de grandes peligros, incluida la amenaza de agresión militar directa. Eran circunstancias sumamente complejas, aunque muy diferentes a las actuales, sobre todo, en el escenario internacional. Sin embargo, parecen dichos hoy los conceptos esenciales expresados aquel día, las ideas y orientaciones acerca de cómo hacer mejor las cosas. En aquella ocasión nos alertó, y cito: “No vale la pena avanzar si no se consolida lo que se ha hecho”.

Seguidamente señaló: “…no hemos sido capaces de recalcar y de inculcar que el primer deber del revolucionario es el trabajo (…) solo del trabajo va a salir la riqueza”. Y concluyó afirmando: “Un pueblo que es capaz de vencer sus propios defectos, sus propios errores; un pueblo que no teme a nada, un pueblo que no se doblega ante nada ni ante nadie, es y será siempre un pueblo invencible” (Aplausos).

La vigencia de esas ideas no es un hecho fortuito ni resulta algo extraordinario. Es consecuencia lógica de una Revolución que ha actuado invariablemente sobre la base de los principios, y que lleva adelante un pueblo que desde 1959 lucha por alcanzar los mismos objetivos, bajo la guía de sus líderes históricos.

Como en toda obra humana, hemos cometido errores en estos más de 57 años, pero nuestro pueblo ha sido capaz de rectificarlos y de vencer cada obstáculo, entre otras razones, porque pronto comprendió que una transformación social profunda no se limita a disfrutar de los derechos conquistados, implica deberes que imponen muchos esfuerzos, sacrificios y peligros, no en busca de quimeras, sino con los pies en la tierra y luchando cotidianamente por hacer realidad cada avance que permitan las circunstancias. No es casual que la magistral definición del compañero Fidel comience expresando: “Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado…”.

Con esa clara conciencia emprendimos la actualización de nuestro modelo económico y social, caracterizado desde sus inicios por la más amplia, democrática y real participación ciudadana, en una escala y profundidad inimaginables en países que se autoproclaman paradigmas de la democracia.

Como recordamos, prácticamente todo el pueblo tomó parte activa en el proceso realizado hace más de cinco años, y que hoy tiene continuidad en el análisis por cientos de miles de militantes del Partido, la UJC y representantes de todos los sectores de la sociedad, de los documentos que por su alcance estratégico y especial trascendencia para el futuro del país, acordó someter a consulta el VII Congreso del Partido, antes de su aprobación definitiva por el Comité Central el próximo mes de diciembre.

En las 22 241 reuniones realizadas desde mediados de junio, cuando comenzó el proceso que se extenderá hasta septiembre, han participado 704 643 compatriotas que realizaron 359 648 intervenciones, incluidas 95 482 propuestas dirigidas, casi sin excepción, a enriquecer y a hacer más precisos estos documentos. Son datos que demuestran la comprensión que existe acerca de la importancia de este debate.

Como ha ratificado el Primer Secretario de nuestro Partido, se introducirán cuantos cambios sean necesarios y al ritmo que decidamos. Sin excepción se dirigen a consolidar nuestro socialismo, a hacerlo más próspero y sostenible. Cada uno será fruto de la decisión soberana de los cubanos; ninguno, ni el más mínimo, obedecerá a presiones externas, buena parte de ellas con el propósito, solapado o abierto, de desmontar la obra revolucionaria.

El discurso pronunciado por el compañero Fidel en esta ciudad hace 30 años, en sencillas palabras resume cómo era antes de 1959 la vida de los habitantes del territorio que hoy forma la provincia, cuando aquí, como en todo el país, predominaba el desempleo, la pobreza, la falta de escuelas y de asistencia médica.

Solo mencionaré un dato: el índice de mortalidad infantil: más de 60 por cada 1 000 nacidos vivos, según cálculos muy optimistas, pues no existían estadísticas confiables y puede que realmente superara los 100. El pasado año, en la provincia ese indicador fue de 4,2, a la altura de países de gran desarrollo económico (Aplausos).

Algo más, en las zonas incluidas en el Plan Turquino, es decir, en las montañas, la mortalidad infantil es cero (Aplausos). No es difícil imaginar las cifras escalofriantes que alcanzaría en los años cincuenta, cuando cientos de niños morían de enfermedades curables, por falta de medicamentos que podían valer incluso unos pocos pesos, pero que eran inalcanzables para muchos campesinos.

Son cifras y hechos que llaman a la reflexión y permiten aquilatar cuánto ha avanzado nuestro pueblo desde entonces. No podemos olvidar que para hacer realidad oportunidades, derechos y posibilidades que hoy se ven como algo normal y hasta algunos piensan que nos cayeron del cielo, hubo que verter ríos de sudor e, incluso, mucha sangre.

Fidel reconoció aquel día los importantes avances de la entonces joven provincia de Sancti Spíritus en el frente económico, la educación y la salud. Como es conocido, pocos años después vino la etapa más aguda del Período Especial y hubo que renunciar temporalmente a buena parte de aquellas conquistas. Hoy están recuperadas prácticamente todas, algunas correspondían a aquel momento histórico y no sería racional restablecerlas, en cambio otras —y no son pocas— están en una fase cuantitativa y cualitativamente superior a la de aquellos años. Ello es muestra del espíritu de pelea que ha caracterizado siempre a espirituanas y espirituanos, hijos de un pedazo de Cuba con particular protagonismo en la historia patria (Aplausos).

Sancti Spíritus tuvo especial significación para el Mayor General Máximo Gómez. Aquí libró, entre enero de 1897 y abril de 1898, la Campaña de La Reforma, cuando al mando de 4 000 mambises logró empantanar y causar enormes bajas a un contingente de 50 000 soldados españoles. Escogió como teatro principal de operaciones esos potreros que conocía muy bien desde la Guerra de los Diez Años y donde en 1876 nació en la manigua su hijo Panchito, símbolo del patriotismo, la fidelidad y valentía de la juventud cubana.

Aquí un puñado de mambises, encabezados por el coronel Ramón Leocadio Bonachea, continuó combatiendo más de un año tras el pacto del Zanjón, y cuando fue imposible continuar la lucha, a 22 kilómetros de esta ciudad, en la estación ferroviaria de Jarao, dejó constancia escrita de que no se acogía a ningún pacto.

Aquella histórica acta la firmó también otro gran hijo de esta tierra, Serafín Sánchez Valdivia, quien participó en las tres guerras independentistas y llegó a alcanzar el grado de Mayor General del Ejército Libertador. Sus palabras al sentir que lo atravesaba una bala enemiga: “¡Me han matado, no importa, que siga la marcha!”, constituyen legado y símbolo de actitud inclaudicable ante los enemigos de la patria (Aplausos).

Esa es la estirpe gloriosa de nuestro pueblo, de los combatientes del Ejército Rebelde y de la lucha clandestina; de los milicianos de Girón y la lucha contra bandidos; de los combatientes y colaboradores internacionalistas; de los millones de cubanos de todas las edades que enfrentan los retos del presente.

Compañeras y compañeros:

El trabajo organizado y sostenido, sin perder tiempo en fanfarrias, permitió a la provincia merecer la sede de este acto. Es un reconocimiento a la labor de sus cuadros, de sus estructuras de dirección, y en primer lugar de su pueblo; al esfuerzo diario y consciente de cada trabajador y trabajadora, demostración fehaciente de su firme respaldo a la Revolución (Aplausos).

Sancti Spíritus viene teniendo en los últimos años un sostenido avance en los principales indicadores económicos y sociales; sobresale, entre otros, por el paulatino despegue, sobre bases sólidas, de la producción agropecuaria. Por ejemplo, es sostenido el crecimiento de la producción de leche, incluso por encima de los planes previstos; la provincia fue baluarte en ese importante renglón y, afortunadamente, ya vuelve por sus fueros. En el resto de las producciones, como norma se cumplen los planes, aunque algunos, como el de arroz, con los reajustes que impuso la sequía.

No obstante, es bueno aclarar que cumplir el plan no es sinónimo de satisfacer las necesidades del país o haber alcanzado las potencialidades existentes, de lo que en muchos casos aún estamos lejos. Lograrlo requerirá trabajar un día tras otro con la consagración e inteligencia que exige este decisivo frente.

Sancti Spíritus se destaca igualmente por el reiterado cumplimiento de los planes de producción de azúcar, algo que desafortunadamente no ha abundado en el país en los últimos años y menos en la última zafra, donde solo otra provincia, la vecina Ciego de Ávila, logró ese resultado (Aplausos), aunque ustedes saben que en este campo también existen reservas de eficiencia

Algo muy importante: en 2015 se sobrecumplió el plan de fondos exportables, que sumaron 277 900 000 pesos, el mayor nivel histórico de la provincia.

En el sector presupuestado se reducen los gastos y se sobrecumplen los ingresos, lo que permite alcanzar un superávit que en 2015 sobrepasó los 127 millones de pesos.

El turismo, sector de gran importancia también, muestra avances, particularmente en el municipio de Trinidad, gracias al aporte integrado de todos los sectores. También la ciudad de Sancti Spíritus tiene potencialidades que habrá que continuar desarrollando por su belleza y valores patrimoniales, al ser una de las primeras villas fundadas en Cuba hace 500 años. Igualmente las tiene en otras zonas de la provincia, sobre todo para el turismo de naturaleza.

La recuperación urbanística contribuye a esos propósitos y sobre todo a mejorar la calidad de vida del pueblo, junto a los avances en la educación, la salud, la cultura y en general en la esfera social, cuya consolidación y desarrollo dependerán de los resultados que se alcancen en la economía.

Trasmito, en nombre del Partido, el Gobierno y de todos los cubanos, una merecida felicitación al pueblo de Sancti Spíritus por esta demostración de que puede vencerse cualquier obstáculo cuando se trabaja con responsabilidad y consagración (Aplausos). En especial al compañero José Ramón Monteagudo Ruiz, por su entrega en el cumplimiento del deber y sobre todo por haber sabido encauzar el caudal de creatividad y energías de los espirituanos (Aplausos).

Es justo y merecido reconocer los logros, pero mucho más importante es tener bien identificados los problemas y las deficiencias a resolver, especialmente en el campo de la economía. Conocer dónde existen potencialidades sin explotar, en cuál actividad es posible ahorrar y elevar la eficiencia, cuánto más se puede producir o mejorar un servicio, sobre todo, si ello permite obtener ingresos al país, ya sea por exportación o por sustitución de importaciones.

Concentrar allí los esfuerzos con la organización, el orden y la disciplina que deben existir siempre, pero mucho más en circunstancias complejas como las actuales, en que al bloqueo económico —que permanece intacto, aunque algunos por ahí piensen lo contrario— se suman otras dificultades derivadas de la situación internacional, que está fuera de nuestro alcance resolver.

No me extiendo en estos temas. Todos escuchamos las palabras del Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, al clausurar, el pasado 8 de julio, la sesión ordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular. En ellas se resumen los retos que tenemos por delante y nos dan la brújula de cómo enfrentarlos y vencerlos.

Como expresara el compañero Raúl, y cito:

“Frente a las dificultades y amenazas no hay espacio para las improvisaciones y mucho menos para el derrotismo. De una situación coyuntural como la que enfrentamos se sale victorioso actuando con mucha energía, ecuanimidad, racionalidad y sensibilidad política, continuar estrechando la coordinación entre el Partido y el Gobierno y sobre todo con mucho optimismo y seguridad en el presente y el futuro de la Revolución.” Hasta aquí sus palabras (Aplausos).

Compatriotas:

Demostremos cada día, en cada puesto de trabajo y con hechos concretos, que sabremos estar a la altura de este nuevo reto, como lo hizo la Generación del Centenario aquel 26 de Julio de 1953, y como lo han hecho tantas cubanas y cubanos a lo largo de la ejemplar historia de luchas y de victorias de la patria.

 

¡Gloria eterna a nuestros héroes y mártires! (Exclamaciones de: “¡Gloria!”)

¡Viva Fidel! (Exclamaciones de: “¡Viva!”)

¡Viva Raúl! (Exclamaciones de: “¡Viva!”)

¡Viva Cuba libre! (Exclamaciones de: “¡Viva!”)

¡Venceremos! (Exclamaciones de: “¡Venceremos!”)

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