La rumba, patrimonio compartido
12 de agosto de 2014
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Por: Pedro de la Hoz / (Tomado de Granma)
La internacionalización de la rumba, patrimonio compartido desde Cuba hacia el mundo, fue valorada como un hito del necesario diálogo e integración de las identidades culturales de los pueblos.
Ello aconteció durante las sesiones teóricas que inauguraron aquí el Tercer Foro Internacional de la Rumba, que reunió a investigadores, músicos y bailarines de Cuba, México y Europa en la capital italiana, bajo los auspicios del Proyecto Timbalaye, que por más de una década, bajo la dirección de los profesores y coreógrafos Ulises Mora e Irma Castillo, ha promovido el conocimiento y la práctica del complejo danzario musical en el Viejo Continente y fomentado el intercambio cultural con la isla antillana.
El primer acto tuvo una especial connotación simbólica —en un ámbito donde se preservan y exhiben notables exponentes patrimoniales, la sala Pietro de Cortona de los Museos Capitolinos, donde figuran obras maestras de Caravaggio y el Guercino—; se expusieron los rasgos que fundamentan el patrimonio vivo de la rumba como uno de los símbolos de la identidad cubana.
La fragua de dicha identidad y su confluencia en las expresiones rumberas fue abordada por el poeta Miguel Barnet, presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y de la Fundación Fernando Ortiz, quien resaltó la contribución científica de este sabio cubano al desarrollar el concepto de transculturación.
Barnet, distinguido en la ocasión con la Medalla de la Comuna de Roma cuya sede se halla en la Plaza Campodoglio que alberga los Museos Capitolinos, subrayó el entrecruzamiento de diversas etnias africanas, llegadas a Cuba mediante la infame trata esclavista, y de los colonos provenientes de varias regiones hispánicas que a su vez recibieron por siglos el influjo de la civilización árabe, como premisa para el surgimiento de la rumba.
En la segunda jornada del Foro, efectuada en la Universidad de La sapienza, el autor de Biografía de un cimarrón particularizó el perfil de la rumba desde el punto de vista antropológico como expresión de la cultura popular y la idiosincrasia de los habitantes de la nación caribeña, e hizo énfasis en su capacidad para recorrer los caminos del mundo.
Sobre este último aspecto ejemplificamos el aporte de prominentes rumberos al desarrollo del jazz a partir del providencial encuentro de Chano Pozo y Dizzy Gillespie que marcó los inicios de la llamada era del bebop y explicó el reflejo de la rumba en la poesía cubana del siglo XX, evidente en textos de José Zacarías Tallet, José Antonio Portuondo, Emilio Ballagas, Marcelino Arozarena y Nicolás Guillén y en el arte declamatorio de Luis Mariano Carbonell.
Un interesante diálogo se produjo entre Barnet y el profesor Antonino Colaianni, uno de los académicos que con mayor pasión y profundidad ha estudiado aquí el legado de don Fernando Ortiz. El antropólogo italiano, basándose en las observaciones del autor de Contrapunteo cubano del azúcar y el tabaco y en sus propias experiencias en el estudio de las colecciones etnográficas de las instituciones europeas y el trabajo de campo en América Latina, adelantó una tesis sobre la necesidad de articular los valores de la cultura material y la llamada intangible, en aras de proponer una visión ética y estética que se desmarque de la pobreza espiritual predominante en el modelo social imperante. Al respecto Barnet consideró de suma utilidad la recuperación del pensamiento orticiano para el debate cultural de nuestra época.
En La sapienza se escucharon también comunicaciones sobre la religiosidad popular en la Isla a cargo de la profesora Alessandra Ciattini; la dimensión poética visual de la obra del arquitecto y artista Luigi Pellegrin y su inspiración en las culturas africanas, por el arquitecto Sergio Bianchi; las características de los sones jarochos veracruzanos, por la doctora mexicana María Esther Hernández Palacios; y la labor que desarrolla Cuba para la preservación del patrimonio inmaterial, por Gladys Collazo, presidenta del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural.
Collazo explicó el proceso que llevó a la proclamación de la rumba como Patrimonio Cultural de la Nación y los trabajos previos para la presentación en la UNESCO para que se considere su inclusión en la selecta lista del Patrimonio Mundial.
La sesión teórica efectuada en los Museos Capitolinos estuvo precedida por una intervención de Milagros Carina Soto, embajadora de Cuba en Italia; y la de La Sapienza introducida por Antonello Biagini, vicerrector de la casa de altos estudios. En ambos actos estuvo presente Rodney López, embajador de Cuba ante la Santa Sede.
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