¿Vuelve la guerra sucia contra Nicaragua?
31 de julio de 2017
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El anuncio de que el Congreso de Estados Unidos introdujo el proyecto de ley conocido como “Nica Act” ha hecho sonar las alarmas internacionales, y particularmente en América Latina y el Caribe, de un nuevo plan de guerra sucia –que esta vez se iniciaría por los intentos de asfixia económica– fraguándose contra el pueblo de Nicaragua y su gobierno sandinista.
El imperialismo norteamericano y sus asociados regionales y locales buscan desesperadamente cambiar la correlación de fuerzas actuales en Centroamérica y consideran como obstáculos fundamentales al sandinismo nicaragüense y al FMLN gobernante en El Salvador.
Contra ellos van dirigidos, de manera sutil en algunos casos y en otros abiertamente, los designios siniestros de las hoy llamadas “Guerras de Cuarta Generación” puestas en práctica en otros lugares del mundo. Las sanciones económicas representan generalmente el paso inicial que, en esta ocasión, pretende condicionar los préstamos y financiamientos internacionales a esta nación centroamericana, caracterizada por los éxitos económicos y sociales del Frente Sandinista, que rescataron al país de la debacle neoliberal propiciada por la guerra sucia de Reagan en la década de los 80 del pasado siglo.
El aplastante triunfo electoral –presidencial y parlamentarias– del sandinismo, encabezado por Daniel Ortega y Rosario Murillo, en los recientes comicios generales sirvió para confirmar el masivo apoyo popular al proyecto calificado como cristiano, socialista y solidario entrando e3n su renovado mandato.
Ya Nicaragua no es “el segundo país más pobre de Latinoamérica, después de Haití” y sus indicadores sostenidos de crecimiento económico acompañados de programas sociales eficaces y tranquilidad ciudadana van colocándolo como punto de referencia en Centroamérica.
Por otra parte, la actuación digna y valiente del gobierno sandinista frente a los planes de intervención contra la República Bolivariana de Venezuela y sus autoridades constitucionalmente elegidas se convierte también en un ingrediente de hostilidad peligrosa e imperialista contra Nicaragua y de renovación de la guerra sucia.
En la nueva situación, el gobierno sandinista recordó que está activando el proceso jurídico ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, que deberá exigir a Estados Unidos el pago de indemnización ordenado por sentencia de esa Corte en 1986 y nunca cumplido. “como compensación de los daños fatales ocasionados al pueblo y gobierno de Nicaragua por la intromisión destructiva e ilegal de esa potencia en los asuntos nacionales”.
Si contra algún pueblo de Nuestra América ha sido reiterada y sangrienta la política de injerencia imperial de Estados Unidos, ese ha sido sin dudas el pueblo nicaragüense.
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