Voto de protesta, el 21
4 de abril de 2019
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Todo parece indicar que al corrupto magnate Petro Poroshenko le quedan días contados en la Presidencia de Ucrania, luego de la segunda vuelta de las elecciones, el venidero 21, en el que sale como favorito el otro candidato de los 39 que participaron en la primera vuelta, Vladimir Zelenski.
Pienso que pesará mucho más el voto de protesta por los incumplimientos, desmanes y escándalos de corrupción que envuelven a Poroshenko, que la posible inexperiencia de Zelenski, de 41 años, payaso en la adolescencia y cómico de mucho talento quien promete algo nuevo, fuera de venganzas, revanchismo y otras cuestiones denigrantes.
Las encuestas demuestran que la división en la sociedad ucraniana es tal que ello hizo que se llegara a una segunda vuelta, tras enfrentamientos en los que prevaleció la extrema derecha y varias crisis económicas, lo cual decepcionó a muchos de los 36 millones de ucranianos que podrán acudir a votar contra tanta corrupción y la falta de cambios sustanciales en su vida diaria.
Zelenski casi duplicó la votación sobre Poroshenko en la primera vuelta, lo cual demostró que el electotado joven acudió a las urnas para apoyar al actor contra el magnate, quien solo piensa en vengarse de Rusia.
La campaña “patriótica” de Poroshenko en torno al lema “ejército, lengua y fe” y su acercamiento a Europa cuenta con adeptos en el oeste y el sur del país.
Zelenski, de 41 años, es la estrella televisiva del programa satírico “El siervo del pueblo”, en el que interpreta a un profesor rural que acaba siendo elegido presidente después de que su acalorada diatriba contra la corrupción se vuelve viral.
Y es que los ucranianos están hartos de la política y Zelenski se ha convertido en un símbolo de protesta, alguien a quien votar si estás en contra de los demás candidatos. El eslogan de su campaña es “La Ucrania de los sueños”. Su oferta: el fin de la corrupción y el aumento de los sueldos y las jubilaciones.
El comediante promete, además: más “poder para el pueblo”, más referendos, más justicia, más seguridad y el fin de la guerra en el este de Ucrania. Zelenski nunca explica cómo alcanzará esas metas; algunos observadores llaman la atención hacia la manera en que evita los programas de televisión a los cuales es invitado para no dejar en evidencia su falta de conocimientos sobre política interior y exterior.
¿Antipolítico?
Zelenski encarna en algunos aspectos importantes lo contrario de la corriente principal en la política ucraniana. Representa predominantemente a los ucranianos de habla rusa que viven en el este y el sur del país; no sólo habla ruso con frecuencia, sino que se burla del exacerbado patriotismo ucraniano, aunque de manera más bien sutil.
Poroshenko llegó al poder en un momento crucial, tras la pérdida de la península de Crimea, los conflictos separatistas de Donetsk y Lugansk, la economía en fase de recesión, la escisión entre los ucranianos en medio de un prolongado enfrentamiento armado entre el Ejército y los separatistas en el este del país y las relaciones agravadas con Rusia.
Paralelamente, la ex primera ministra de Ucrania Yulia Timoshenko inició una impugnación contra él, por un escándalo que afecta a funcionarios cercanos al mandatario implicados en la desviación de fondos del Ejército.
Las relaciones entre Moscú y Kiev se empeoraron tras el cambio del poder en Ucrania, tanto en el ámbito político como en el económico y se agravaron aún más tras la decisión de los habitantes de Crimea integrarse a la Federación Rusa.
Durante su gobierno colapso la industria, millones de ucranianos se vieron obligados a trabajar en el extranjero, al mismo tiempo que se constataron problemas graves de poliomielitis, tuberculosis, difteria y sarampión.
Las medidas adoptadas por Poroshenko hundieron al estado en una crisis, las reservas de divisas cayeron bruscamente, el PIB se redujo en un 17% y la inflación llegó al 60%. Se acusó a los líderes empresariales cercanos al presidente por recibir préstamos sin intereses, subsidios para “producción de rescate” y el cumplimiento de órdenes gubernamentales, que sirvieron como fuente de enriquecimiento personal.
El 21 no está muy lejos. El voto de protesta contra Poroshenko parece que será efectivo, y sólo un fraude enorme lo evitaría.
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