Venezuela: lo que no soporta la oposición
19 de enero de 2018
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La suerte está echada. Ahora lo que se trata es defender la obra inmensa levantada en Venezuela y no permitir, a ningún precio que se derrumbe.
Esa gran razón del pueblo debe ser el diario devenir en la nación bolivariana asediada por el odio y las ambiciones de oligarcas internos y de otros muchos refugiados con dinero en la guarida de Miami donde se sienten protegidos por los gobiernos norteamericanos.
La oposición no soporta que el capital proveniente de los recursos naturales de Venezuela, en primer lugar del petróleo, se use en misiones y grandes misiones de beneficio social para las mayorías compuestas por millones de necesitados a los que siempre la oligarquía les negó el derecho a la salud, la educación, el trabajo, la vida.
Venezuela es blanco de todo tipo de ataques, incluyendo la introducción de armas y mercenarios a través de la frontera colombiana, cuyos planes como se ha demostrado más de una vez, incluyen magnicidios, ataques a sedes diplomáticas e instituciones estatales y la muy recurrida guarimba, para sembrar el caos a través de hechos sangrientos.
Por todo ello, los que han sido derrotados por el voto popular en muchas oportunidades, se niegan al diálogo o entorpecen su realización.
Decenas de veces y con el veredicto internacional, han sido convocados los partidos de oposición para dialogar en busca de acciones conjuntas con el gobierno a fin de encontrar el camino de la paz como única vía. Y decenas de veces, por una u otra razón o simplemente por exigencias de quienes financian los planes subversivos, el diálogo se ha detenido o ha fracasado.
La apuesta opositora y de sus amos es el derrumbe del gobierno democráticamente electo y con una obra difícil de ignorar por parte de la mayoría venezolana beneficiada.
Ha sido la apuesta opositora arrancar a Maduro y al chavismo del Palacio de Miraflores, la agenda más recurrida de quienes no aceptan que para el presente año 2018 esté previsto que se llegue a los 2 millones de viviendas construidas y entregadas a los más necesitados.
Los que tampoco aceptan una salud pública masiva, de calidad y totalmente gratuita; o que toda Venezuela haya eliminado el flagelo del analfabetismo, se han puesto al lado de quienes han visto en la guerra económica la mejor fórmula para hacer colapsar la Revolución Bolivariana.
No ha faltado, como es lógico, quienes al interior del país, como ocurrió en Petróleos de Venezuela (PDVSA) han querido beneficiarse del río revuelto y se han apropiado de cuantiosos recursos en detrimento de la nación y de su población.
Pero no olvidar aquel dicho de que “a cada santo le llega su hora”, pues parece que el tiempo de cortar de raíz el mal de la corrupción, ha llegado y para quedarse.
El presente año 2018, en mi opinión, será determinante en el camino de consolidar la Revolución Bolivariana. Y eso lo sabe muy bien, no solo el pueblo y los dirigentes del país, sino que lo saben e interpretan a su manera los opositores y sus financistas de dentro y de fuera.
Quizás por ello esté tan claro que los planes para derrotar el gobierno se hacen cada vez más radicales e incluyen guerra económica, desestabilización en busca del caos para justificar una intervención extranjera y acciones terroristas como las planeadas por la recién desmantelada banda armada cuyos planes han sido divulgados.
No por casualidad el mismo día que los terroristas fueron eliminados o detenidos, desde Miami y Madrid se llenaron las redes mediáticas con afirmaciones de oligarcas y dirigentes de partidos opositores, que distorsionan lo ocurrido para restar prestigio a la legitimidad del país bolivariano y su derecho a defender la obra que construye.
Washington observa detenidamente los acontecimientos en Venezuela y a la vez prepara su modus operandi para involucrase cada vez en mayor medida y con más recursos, en las acciones desestabilizadores y terroristas que hoy amenazan la continuidad de la obra chavista y bolivariana emprendida en esa nación latinoamericana.
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