Unos pocos, prosperan; otros muchos, sufren
23 de marzo de 2018
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No recuerdo ni una conferencia internacional para el desarrollo, sea financiada por quien sea, incluso bajo los auspicios de Naciones Unidas, que hayan llegado a hechos concretos y, lo que es aún más difícil, que se cumplan o por lo menos se intenten hacerlo.
La mayoría se realizan en países del Tercer Mundo o del Sur, acosados por necesidades hasta el hambre, para dar más veracidad a la cuestión, siempre con sede en amplios y lujosos locales, con buenas condiciones y mejor avituallamiento, hasta mejor que en el Primer Mundo.
Generalmente, la ONU afirma que todo ha sido un éxito, basándose en las promesas de quienes pueden ayudar mucho al respecto, pero por desgracia, no lo hacen.
Así quedan a la deriva los denominados Objetivos de Desarrollo Sostenible, que muy poco países han cumplido.
Y aunque se afirma que los resultados de esos eventos dan una base para una alianza mundial para el desarrollo sostenible, que no dejará a nadie atrás, cada vez que hay un evento de esta índole, hay señales de que se está en el final de un orden mundial que lo hubiera hecho posible. Y es que los países ricos no pueden o no quieren aumentar los fondos para la ayuda oficial, que constituyen una fracción de lo que ellos mismos prometieron hace años.
O sea, el proceso no ha generado los recursos para financiar las inversiones necesarias que acaben con la pobreza a y tomar medidas significativas que aborden los problemas del sistema financiero internacional.
Martin Hojsik, de la organización Action Aid, manifestó que han sido rechazadas todas las propuestas para instalar un organismo fiscal mundial, lo cual es “un fracaso deplorable y una gran golpe a la lucha contra la pobreza y la injusticia”.
A los países subdesarrollados, que pierden miles de millones dólares cada año por la evasión fiscal, no se les otorga el mismo peso a la hora de remediar la injusticia de las normas fiscales internacionales.
Al respecto, la agencia International Press Service indicó que el dinero producto de la evasión podría destinarse a la educación, salud y otros servicios públicos que reducen la pobreza.
En un comunicado la organización humanitaria Oxfam Internatnal dijo que el problema irresuelto de las normas fiscales amañadas y el desarrollo privatizado son los principales reveses de cada conferencia en este sentido, como ocurrió en Addis Abeba, Etiopía, y en algunas otras.
Y es que una de cada siete personas vive en la pobreza, por lo que cada fracaso al tratar esta situación marchita los compromisos que se tomen en ese sentido, con el agravante de que se limitan a entregar el desarrollo nada menos que al sector privado, que no garantiza nada.
También hay que señalar que el mundo pierde por lo menos un billón de dólares por año por la corrupción y la evasión fiscal, una alta cifra que, no obstante, se antoja débil, y al respecto hay que extremar el cumplimiento de un acuerdo internacional que reduce u obstaculiza el traspaso de fondos ilícitos oriundos de las economías subdesarrolladas.
Pero, en sentido general, no hay avances o es extremadamente lento, en este combate con la desigualdad, en la que unos pocos se aprovechan y prosperan, y otros muchos sufren y se empobrecen.
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