Uno de los muchos problemas
7 de agosto de 2019
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Todos los medios coinciden en que la ocurrencia casi al mismo tiempo de tiroteos masivos en varias ciudades norteamericanas, cuyo blanco principal fueron ciudadanos mexicanos, es un gran problema que enfrenta Estados Unidos, pero creo que habría que hablar en plural en la era presidencial de Donald Trump.
El millonario inquilino de la Casa Blanca intentó mostrarse afligido por las tragedias, cuyas causas hay que buscarlas en la política de odio contra todo lo que se oponga al supremacismo blanco.
Trump intentó justificar lo injustificable, cuando utilizó el recurso de supuestos problemas mentales de los autores de los asesinatos, con el fin de desviar el problema que representa la tenencia libre de armas.
Y es que el compromiso con la Asociación Nacional del Rifle, por su financiamiento a la campaña presidencial de Trump, como ha hecho también con anteriores mandatarios, pesa mucho para que se intente perjudicar a un ente muy querido por quien quiere seguir ocupando el Despacho Oval.
En este contexto, eliminó los límites impuestos por Obama a la venta de armas en EE.UU. y, a pesar de los asesinatos colectivos, no quiere cambiar de postura.
Pero sean asesinatos o tiroteos masivos, ¿qué explica estos ataques? ¿Por qué EEUU tiene la tasa de homicidio con arma de fuego más alta del mundo desarrollado? ¿Tiene que ver con el acceso a las pistolas o acaso la creciente desigualdad y el racismo están fermentando un nuevo clima de violencia?
En 1999, los académicos Franklin Siringa y Gordon Hawkins publicaron un libro titulado “Crinees not the problema”, que trató de hacer pedazos el pensamiento convencional que aseguraba que Estados Unidos era un país estructuralmente peligroso. La investigación decía que el único punto divergente de EE.UU. con el resto de los países desarrollados -cuyas tasas de homicidio eran muy bajas- era su facilísimo acceso al mercado de las armas. Veintiún años después, su teoría sigue vigente.
Estados Unidos aporta el 4% de la población mundial, pero cuenta con el 46% de las armas mundiales. De hecho, hay más de un arma por persona según el último estudio de la organización sin ánimo de lucro Small Armas. (120,5 por cada 100 habitantes).
Los tiroteos masivos, sin embargo, no son la principal causa de asesinato. Es mucho más común que un amigo dispare a otro, que un marido mate a su mujer o, sobre todo, que un hombre se mate a sí mismo. En Estados Unidos hay un promedio de 22 000 suicidios por año.
Pero este es solo uno de los problemas creados por Trump, cuyas asesores le ayudan a difundir un discurso de odio contra los migrantes, en aras de buscar una inexistente raza pura, que ya venía viciada desde que los primeros peregrinos llegaron al norte del continente, una empresa dura en la que actuaron contra la población autóctona que defendía vanamente sus tierras.
Se trata de hacer olvidar que existe una gran desigualdad social, que se amplía más y más; una pobreza que llega a casi el 40% de la nación más rica del mundo y un estrés que se hace cada vez mayor, debido a la política guerrerista de un gobierno que intenta convertirse en una potencia unipolar, mientras despliega misiles con ojivas nucleares en barcos que surcan el Pacífico, rodea de bases a Rusia e intenta arrodillar a China en la guerra comercial que le ha declarado;además de intentarderribar a gobiernos que no le son afines en Cuba, Venezuela y Nicaragua.
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