Una pelea venezolana contra los demonios
17 de febrero de 2015
|Aborto del complot imperialista fraguado con un grupo de oficiales de baja graduación que incluía el asesinato del Presidente, y respuestas adecuadas a la terrible guerra económica desatada por el empresariado e incoada desde el exterior con la caída de los precios del petróleo, conforman el actual panorama en Venezuela, donde se han celebrado carnavales con plena normalidad, reconocido inusualmente hasta por la mayoritaria prensa controlada por la oposición.
En días recientes, el gobierno pudo derrotar desde sus inicios la arremetida opositora contra el leve alza del precio simbólico de los combustibles, principalmente la gasolina, entre la población, y hoy se da a la importantísima tarea de acabar con métodos que recuerdan la “receta chilena” esgrimida por Estados Unidos, mediante la Agencia Central de Inteligencia.
El constante acaparamiento de entes comerciales que obedecen el dictado imperialista, con comprobada participación de la Embajada norteamericana en Caracas, demuestra que, a pesar de los continuados reveses electorales, la oposición profundiza la amenaza y la campaña contra el proceso revolucionario bolivariano en Venezuela, al utilizar su casi total control de los medios de desinformación masivo para mantener el alto proceso inflacionario y el bajo crecimiento, como ocurrió el pasado año. La campaña auspiciada desde el exterior por Estados Unidos y estimulada financieramente por aquellos que aún detentan internamente grandes fortunas, mantienen el sabotaje económico, respondido con ideas y actos que obligan a la gradual normalización logística, frenan gradualmente la corrupción y elevan la seguridad ciudadana, amenazada principalmente por los delincuentes de “cuello blanco” y su manejo mercenario de elementos marginales.
No obstante, el sabotaje sistemático de los medios de comunicación tiene el grave peligro de ocupar el pensamiento de la inmensa mayoría, incluso con problemas inventados como el decomiso de vehículos, la expropiación de pequeñas propiedades y otras cuestiones que afectan a las clases baja y media, entre los principales sostenes gubernamentales.
No obstante la grave caída de los precios del petróleo, el gobierno aseguró que mantendrá los programas sociales. Mientras, se hace indispensable superar la situación de país importador, eliminar los graves problemas para acceder a las divisas, formar consecuentemente cuadros para la construcción del socialismo, eliminar la rutina y regresar a la confrontación político-ideológica con un adversario que compulsa valores capitalistas, el consumo, modelos de vida ajenos y el desprecio por los países del Tercer Mundo.
En este contexto, acaba de comenzar un nuevo sistema cambiario para lograr el equilibrio entre ingresos y egresos de las divisas que el país produce, y se anunció la creación de una reserva estratégica y una caja nacional de divisas convertibles.
Entre tantas complicaciones que debe desenredar, con el concurso y unidad de los revolucionarios y los venezolanos honestos en general, el presidente Nicolás Maduro está llevando a cabo la lucha contra una corrupción entronizada, que pretende restar apoyo y dar al traste con el proceso revolucionario bolivariano.
Hay un dato que jamás puede pasar desapercibido: el 70% del Producto Interno Bruto venezolano aún está en manos de los grandes poderes económicos.
Nunca es fácil decir tan nítidamente que todavía resta mucho por hacer a pesar de toda la década ganada por las políticas de Chávez. De esta forma, se toca algo que el establishment desea siempre pasar por alto: una cosa es que se reparta la masa salarial, y la otra, bien distinta, es que se distribuya el capital. A Maduro no le tembló su voz al decir esto: “Todavía no podemos hablar de socialismo, si la riqueza sigue estando en manos de ellos”.
Mantener una lucha consecuente e inteligente interna, contando con la solidaridad de los pueblos, hará posible el triunfo en esta pelea venezolana contra los demonios.
Comentarios