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Una mujer presidenta: la quinta transformación

6 de junio de 2024

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El triunfo arrollador y abrumador de Claudia Sheinbaun como candidata ganadora a la presidencia de México deja muchas lecciones y tiene muchos significados, tratándose de uno de los países latinoamericanos de mayor peso e importancia en la región.

Si Andrés Manuel López Obrador anunció y cumplió con que su gobierno sería el de la cuarta transformación en la larga historia republicana de esa nación, ahora pudiéramos afirmar que un mandato ha concluido con una quinta e inesperada transformación: la elección de una mujer como presidenta por primera vez en 200 años.

La victoria electoral del 2 de junio y la aparición del partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) como la fuerza política mayoritaria y más influyente de México, desplazando a los viejos partidos tradicionales que en alianza se le enfrentaron, no es nada casual y responde en este caso a la obra de gobierno que ha realizado, encabezado por López Obrador que fue su líder y guía desde el momento fundacional hace poco más de 20 años, cuando la política mexicana parecía hundirse en medio del desprestigio, la demagogia y la corrupción generalizadas y sin futuro aparente.

El nutrido electorado mexicano dio una contundente muestra de agradecimiento -como lo calificó el mandatario saliente- pero también de conciencia cívica y política que no siempre se logra en todas partes y es evidente que no se dejó manipular e hizo su propio análisis sereno y justo de lo ocurrido en el país, sobre todo en los últimos tiempos.

Todo ello puede explicar que la candidata Claudia Sheinbaun -que venía de ocupar la jefatura de gobierno de la inmensa capital que es la Ciudad de México con 20 millones de habitantes- haya obtenido la más alta votación a un aspirante presidencial en la historia del país, superando aún la de López Obrador hace 6 años.

De este modo, la candidata ganadora unió a sus condiciones personales y a la forma sensata e inteligente conque condujo la campaña, los resultados de la gestión gubernamental de su antecesor y de ella misma al frente de la capital.

Sus votantes seguramente esperan una continuidad de los avances y de la obra social del reciente sexenio, de la lucha incesante contra la corrupción -que en México significa una verdadera revolución- de la defensa de sus emigrantes y del mantenimiento de una política exterior independiente y digna, como la sostenida por el gobierno saliente de López Obrador, que volvió a colocar al país en los planos de liderazgo continental y aún mundial, de los cuales este país se caracterizó en los años republicanos.

Lo sucedido en México tendrá influencia incluso más allá de sus extensas fronteras.

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