Una comisión herida de muerte
9 de abril de 2022
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Aunque pueda parecer paradójico o inconcebible, la reciente decisión de la Asamblea General de Naciones Unidas sobre la suspensión de la Federación de Rusia como miembro de la Comisión de Derechos Humanos de ese organismo mundial -para lo cual había sido elegida nuevamente con 158 votos- deja a esa comisión herida de muerte al introducir un elemento tal vez no previsto en las disposiciones reglamentarias, pero que finalmente emergió como consecuencia de las pretensiones del poder imperialista de Estados Unidos y su obsesivo delirio de predominar como hegemonía mundial indiscutible.
Al subordinar las decisiones de la Comisión de Derechos Humanos al pleno de la Asamblea General, se priva a este espacio de la posibilidad de asumir por sí mismo, -en composición de sus 47 miembros electos- las resoluciones de este órgano, que no necesariamente tendrían siempre que coincidir con la Asamblea General en su conjunto.
Independientemente de que los gobiernos imperialistas de Estados Unidos -cualquiera que este sea- hacen prevalecer la hipocresía, el doble rasero y el engaño sistemático en las más diversas instancias de su diplomacia, en aras de sus intereses de dominación y sus sueños y actuación como policía mundial, esta vez los resultados de la Asamblea General fueron adoptados sin la presentación de la más mínima prueba ni evidencia creíble por parte de sus promotores, lo cual convierte a tal decisión no solo en calumniosa y mentirosa sino también en irreal y falsa.
No es la primera vez que un gobierno de Estados Unidos miente abiertamente ante las Naciones Unidas: aún se recuerdan falsas evidencias presentadas por el entonces secretario de estado Colin Powell, ante el Consejo de Seguridad, tal como el propio Powel reconoció antes de fallecer. En aquella ocasión, ni aun así el Consejo reconoció ni acordó el derecho a lanzar una guerra de agresión contra Iraq, lo cual hizo el gobierno de Bush hijo unilateralmente, dándole a las Naciones Unidas un tiro de gracia del cual no ha logrado recuperarse.
Los gobiernos imperialistas de Estados Unidos han humillado, ignorado y despreciado a las Naciones Unidas sistemáticamente. Recordemos que el embajador yanqui John Bolton llegó a proponer el retiro de su país del organismo mundial al considerarlo inútil e inoperante. Dos veces se han retirado de la UNESCO y de la propia Comisión de Derechos Humanos se ausentaron cuando no les han convenido sus acuerdos.
Al margen de las discrepancias ideológicas o políticas que puedan aparecer o los diversos puntos de vista sobre problemas concretos, las Naciones Unidas son el escenario universalmente reconocido hasta ahora por todos los estados para su posible solución civilizada y pacífica. Todos, menos los gobiernos de Estados Unidos, que procuran su destrucción o sometimiento mediante la polarización y el embuste. Lo que acaba de ocurrir es prueba de ello.
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