Un paso adelante, muchos atrás
2 de mayo de 2019
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Cuando Justin Trudeau asumió el Premierato en Canadá, muchos nos alegramos ante la presencia del hijo del recordado primer ministro Pierre Elliot Trudeau, una figura netamente progresista, amigo de Cuba, de Fidel y su Revolución, opuesto al bloqueo norteamericano y amante de las mejores causas de los pueblos.
Al principio todo parecía ir bien: Justin hizo una visita de cortesía a nuestro país, se familiarizó con la eternamente abandonada población aborigen, supo de sus reclamos, prometió atenderlos, al tiempo que daba a conocer un programa que contemplaba cierta justicia social y la protección del medio ambiente en una nación desarrollada del mundo capitalista.
Incluso “sacó chaqueta”, como vulgarmente se dice, con el presidente norteamericano, Donald Trump, burlándose de algunas de sus diatribas paranoicas a las que nos tiene acostumbrados. Pero todo se deshizo como pompa de jabón, al aguantar epítetos insultantes del multimillonario estadounidense, al tiempo que se plegaba a sus desordenados y malintencionados reclamos contra los países que molestan a Estados Unidos.
Así, se hizo cómplice de las arbitrarias sanciones a Rusia, Irán, la República Popular Democrática de Corea y Venezuela, colaboró con el reaccionario grupo latinoamericano que directa e indirectamente conspira contra Caracas y sólo mantuvo una cierta oposición a los intentos estadounidenses de castigar a los países que comercien con Cuba.
Trudeau, que se propone reelegirse en las próximas elecciones, tendrá una fuerte oposición de los denominados conservadores, quienes han estado aprovechando un reciente escándalo de corrupción que amenaza incluso con hacerle dimitir.
Pero sí hizo renunciar a la Ministra de Justicia y Fiscal General, quien trató de involucrarlo a en cuestiones concernientes a la venta fraudulenta de armas a Arabia Saudita, en los momentos en que Riad era acusado de haber asesinado al periodista opositor Kashoggi, quien había denunciado la corrupción en que se desenvuelve la monarquía árabe.
Consideraciones
En este punto es bueno recordar que Justin Trudeau es el líder del Partido Liberal de Canadá. Tradicionalmente, el primer ministro canadiense, designado por el Gobernador General, es el jefe del partido vencedor en los comicios, y Trudeau no es la excepción. Ganó las elecciones del 2015 con el 39,5% de votos y controla a la Cámara de los Comunes.
Sin embargo, según las encuestas presentadas por el analista Eric Grenier, el nivel de apoyo a los liberales está ahora cerca del 34%, un 4% menos que en diciembre del 2018. Los conservadores, la mayor fuerza opositora, con 97 diputados en la Cámara de los Comunes, lideran en la carrera electoral con el 35,8%.
Cualquier división en el Partido Liberal será fatal de cara a los comicios que vienen, dice Nik Nanos, encuestador canadiense de Nanos Research Group. “No recuerdo que algún líder de partido ganara una elección con su caucus dividido. Si el caucus ni siquiera puede ponerse de acuerdo, ¿cómo podrán gobernar?”, cita Bloomberg al investigador.
Mientras tanto, Andrew Scheer, líder del Partido Conservador, pidió a Trudeau que abandonara su cargo, refiriéndose a otro caso de corrupción, el de SNC-Lavalin. Por su parte Jagmeet Singh, del Nuevo Partido Democrático, tercera fuerza política del país, se expresó a favor de una investigación independiente.
En este ambiente no se puede predecir el resultado de las próximas elecciones: “Es como si alguien hubiera tirado el tablero al aire“, cita Politico a Darrell Bricker, director de Ipsos.
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