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Un mal recuerdo y una peligrosa amenaza

17 de julio de 2020

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Poco o casi nada se ha publicado por estos días sobre la fecha del 16 de julio, cuando se cumplen 75 años de la primera explosión de una bomba atómica en el mundo.
Se trataba de un ensayo y lo realizaba Estados Unidos, con el nombre de Trinity y se convirtió en un detonador que cambió para siempre el sistema de relaciones entre estados y países.
El ensayo fue realizado en el desierto de Nuevo México, un remoto lugar, como para acallar a quienes, desde entonces, han manifestado sus protestas contra la fabricación y uso de las armas atómicas.
Unos días después, ya no eran ensayos, sino realidades: Estados Unidos lanzaba sus bombas atómicas en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki.
En similar fecha, este jueves, del año 2020, el buque de guerra estadounidense USS PINCKNEY (DDG-91, armado con misiles nucleares ingresó furtivamente en aguas internacionales cercanas a territorio de Venezuela, en franco desafió a la soberanía e integridad territorial del país bolivariano.
Caracas ha catalogado la operación, realizada a 16.1 millas náuticas de sus costas, como violatoria del Derecho Marítimo y «un acto de provocación como resultado de la reciente visita de Donald Trump al Comando Sur, en Florida, en su desesperada campaña por atraer el voto latino en ese estado a cambio de la permanente e ilegal agresión contra Venezuela», señala un reporte de RT.
Esta vez, el presidente estadounidense, Donald Trump y su equipo de halcones, más que amenazar a una Venezuela consagrada a cuidar de su pueblo y desarrollar su economía, parecen muy interesados en desviar la atención del gran desastre sanitario y económico que ocurre en su país.
Los ensayos del primer artefacto nuclear hace 75 años, no pueden haberse convertido en una especie de Hoja de Ruta imperial para llevar a la humanidad hacia un destino apocalíptico.
Pudiera ser suficiente, a algo más de tres meses de las elecciones presidenciales, que Trump y su equipo vean, aunque no se interesen por el asunto, los miles de sus hijos que se contagian cada día con el virus de la COVID-19, o que mueren a consecuencia del mismo.
El magnate presidente sabe que lo que vive su país hoy, más que una pandemia, es una crisis sistémica que ha puesto al desnudo un sistema de salud que solo favorece a los que más dinero tienen, y cuyas fracturas actuales constituyen por sí solas, una denuncia al mandatario que más que gobernar, se ha dedicado a subestimar la enfermedad, culpar a otros, ignorar las medidas sanitarias, y actuar irresponsablemente cuando puso la apertura económica por encima del cuidado y la protección de los ciudadanos.
La pesadilla que inició Estados Unidos con su ensayo nuclear hace 75 años y que ahora, cuando es real la presencia de armas atómicas en silos, buques y aviones, dispersos por todo el planeta, no puede, de ninguna manera, convertirse en una realidad del Siglo XXI.
Debió recordar el arrogante presidente que el Caribe escogido para sus maniobras provocadoras, hace algunos años decidió convertirse en «Zona de Paz», y lucha por ello.
Hacer memoria también, que su accionar militar provocador en el Golfo Pérsico, ha convertido esa vía marítima en una ruta insegura para el comercio mundial, incluso para Estados Unidos, debido a la presencia allí de navíos de guerra del poderoso imperio.
Un mal recuerdo, el de 75 años atrás, y una peligrosa amenaza, la de hoy, convierten a Trump en un fracasado proyecto que le hará más difícil llevar a vías de hecho su empeño de reenganchar en la presidencia de su país.

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