Trump y sus “profetas de la fatalidad”
23 de enero de 2020
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El presidente de Estados Unidos viajó a 6 700 kilómetros de distancia de su país en una aparente «huida» para «ignorar» el comienzo del juicio político que se le hace en el Congreso.
De esa manera irrumpió en la fría ciudad alpina de Davos, en Suiza donde se celebra el Foro Económico que cada año acoge a magnates, multimillonarios, empresarios y, como ha ocurrido en esta oportunidad, hasta «impostores» devenidos en bufones imperiales, como es el caso de Juan Guaidó que voló para regodearse con los altos personeros de la economía mundial y hasta querer aparentar uno de ellos.
Trump, arrogante e ignorante, calificó como «profetas de la fatalidad» a quienes se preocupan por los efectos del cambio climático y exigen pasar de los discursos a los hechos antes de que sea tarde.
Durante su primera alocución en la cita, el mandatario estadounidense pidió rechazar las «predicciones del apocalipsis» y dijo que Estados Unidos defendería su economía.
En sus palabras, al referirse a los activistas climáticos, los calificó como «alarmistas que siempre exigen lo mismo: poder absoluto para dominar, transformar y controlar cada aspecto de nuestras vidas». Son «los herederos de los tontos adivinos del pasado», dijo.
En contraposición con el discurso del mandatario norteamericano, la activista climática adolescente Greta Thunberg, criticó a los líderes políticos diciendo que el mundo «en caso de que no lo hayan notado, está actualmente en llamas».
Luego argumentó: «Me pregunto, ¿qué le dirán a sus hijos sobre la razón por la que fracasaron y los dejaron enfrentando… el caos climático que trajeron a sabiendas?».
En un segundo momento de la irrupción de Trump en la inauguración del Foro de Davos 2020, se dedicó a decir los más halagadores calificativos sobre el estado de la economía de su país. Parecía que sus palabras estaban escritas para quienes —por otros motivos— se han propuesto hacerle un juicio político.
Al respecto, el premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, criticó el discurso de Trump, calificándolo de «asombroso» y exclamó que «es como si lo que estamos viendo con nuestros ojos no estuviera allí».
Otro que arremetió contra las palabras de Trump fue el líder del Partido Verde de Alemania, Robert Habeck: «Solo elogios a sí mismo, ignorancia, desprecio por todos, sin percepción de problemas globales. Fue el peor discurso que he escuchado en mi vida».
Así transcurre el Foro de Davos, en una ciudad suiza aún llena de hielo por la constante nieve y las bajas temperaturas que la caracterizan en esta época.
Mientras, el fantasma del cambio climático se hace cada vez más presente, Trump se auto elogia por lo «bien» que anda la economía de su país. Evidentemente no cuenta a los más de 20 millones que pasan hambre o los miles que viven bajo los puentes de Nueva York y otras ciudades, por cierto casi en su totalidad no votan, tratan de buscar un refugio para guarecerse y alguna comida de la que por miles de toneladas se bota en los cestos de basura de la mayor potencia económica del planeta.
Trump sabe, además, que el juicio en su contra no pasará de ser lo que la política del sistema estadounidense se propone: un show mediático, del cual, finalmente, solo Trump será beneficiado.
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