Trump, la «justicia» y la «democracia» dos años después
10 de enero de 2023
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Un inédito asalto al Capitolio para impedir que el presidente electo, Joe Biden consumara su triunfo electoral en los comicios presidenciales de 2021, involucró a un presidente de Estados Unidos —Donald Trump, en lo que a todas luces era imposible de concebir dentro del sistema imperante en ese país.
Pero ocurrió. Y lo más significativo post asalto al Congreso, es que todavía, dos años después, los autores —Trump principalmente— y muchos de sus seguidores, no estén encerrados tras las rejas. Ocurre, por supuesto, en nombre de una «justicia» cuestionada, aun cuando el propio ex mandatario ha usado el acontecimiento como parte de su show mediático.
Incluso —como para asombrarse— el personaje en cuestión —involucrado además en varios escándalos de evasión de impuestos, robo de documentos secretos y otros— no ha renunciado en lo más mínimo a su aspiración suprema, presentarse como candidato a la presidencia de los Estados Unidos en las elecciones del próximo año 2024.
Las imágenes de aquel 6 de enero de 2021, cuando un «cruce» fundamentalista de grupos fascistas, xenófobos y totalmente comprometidos con Trump, con armas de fuego unos, armas blancas otros, o usando sus brazos y piernas, escenificaron lo que para el mundo —y fundamentalmente para Estados Unidos— resultaba imposible, fueron real.
Varios muertos, más de un centenar de heridos y lo que parecía ser una fractura total del status de los conceptos de democracia, legalidad, justicia y tranquilidad ciudadana, que se supone sostengan a la sociedad estadounidense, fue el resultado de esos hechos vandálicos, que todavía esperan por la acción de la justicia para, al menos, poner parches allí donde la evidencia ha superado cualquier expectativa.
Según el Departamento de Justicia, más de 950 personas han sido arrestadas por su participación en el ataque y 192 han recibido penas de cárcel ya sea en juicios o por acuerdos de culpabilidad.
Mientras, el máximo jefe de aquella banda de corte fascista que atacó al Congreso, se jacta de ser «inocente», sigue sin reconocer al presidente que le ganó en la porfía electoral, y —ver para creer— moviliza a miles de sus seguidores que le aplauden y apoyan apenas insinúa su aspiración a volver a postularse para ser presidente en 2024.
Por otra parte, resulta contradictorio que el Comité que investiga los hechos, tras varios meses escuchando testimonios, concluyó que Trump cometió los delitos de incitar a una insurrección, obstruir un procedimiento oficial, defraudar al Gobierno y hacer declaraciones falsas.
¿Y?
Pero sumemos las investigaciones que han determinado que el expresidente se llevó ilegalmente documentos clasificados de la Casa Blanca al dejar el cargo y los escondió en su mansión en Mar-al-Lago, Florida.
Por ello, la Fiscalía cree que Trump violó la Ley de Espionaje, obstruyó la Justicia y destruyó documentos, delitos que podrían conllevar desde multas hasta penas de prisión e inhabilitación para ocupar cargos políticos.
También afronta acusaciones por irregularidades financieras en su emporio en Nueva York y otras.
No obstante, hasta hoy Trump no ha sido tocado ni con el pétalo de una rosa.
Mientras, lo que ha dado en llamarse una «nueva estrella» del Partido Conservador, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, va tomando ventaja sobre Trump, en las encuestas con vista a las elecciones presidenciales del próximo año.
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