Trinchera de ideas
26 de agosto de 2016
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La reciente celebración del cumpleaños 90 del líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro, ha llevado al primer plano de la actualidad el tema de las ideas políticas y sociales, su surgimiento y desarrollo y las formas y métodos diversos para convertirlas en una fuerza material capaz de plasmarlas y defenderlas en medio de una realidad determinada, frente a los mayores obstáculos y los más poderosos e inescrupulosos enemigos.
El ejemplo viviente de la Revolución Cubana ha sido, desde sus inicios, motivo de estudios y debates tanto en América Latina y el Caribe como en el resto del mundo, pues indudablemente desde aquellos momentos fundacionales fue portadora de un pensamiento novedoso -audaz y racional a la vez dentro del escenario cubano-, que rompió esquemas, sectarismos y dogmas de la época siendo capaz de que esas nuevas ideas enraizaran en las más amplias capas populares.
Fidel Castro fue, sin dudas, el principal artífice de esas transformaciones; la abrumadora mayoría del pueblo cubano, con heroica lucha e incontables sacrificios de miles de héroes y mártires se alineó de manera consciente y consecuente detrás de esas ideas revolucionaras y emancipatorias, convirtiéndose en la imprescindible fuerza material que las ha llevado adelante y defendido durante más de medio siglo.
En el caso cubano, la tradición martiana y la raíz martiana del pensamiento de Fidel han actuado como una contribución decisiva y vigente. Fue José Martí quien dijo: “Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras”.
Solo esas trincheras de ideas, inteligentemente construidas y desarrolladas por una vanguardia política fusionada con las aspiraciones y necesidades del pueblo trabajador, pueden hacer posible que una obra como la Revolución Cubana sea perdurable e invencible.
La destacada intelectual cubana Graziella Pogolotti ha señalado justamente: “Marx, Engels y Lenin han sido también para nosotros herramientas para el análisis de la realidad. A esa fuente se incorporó el pensamiento socialista latinoamericano con figuras tan imprescindibles como Mella y Mariátegui.”
Las ideas fundamentales de la Revolución Cubana y del pensamiento de Fidel han trascendido a América Latina, el Caribe y el resto del planeta -principalmente al llamado Tercer Mundo-, y no podrá ser de otra manera por cuanto ellos enfrentan disyuntivas comunes, problemas comunes y enemigos comunes.
Fidel mismo se ha encargado de resaltar que para estas luchas no hay recetas y que ningún supuesto “modelo” es trasplantable a otro contexto, donde prevalecen otras tradiciones, situaciones y motivaciones de carácter histórico, económico y cultural. Por sobre todas las cosas, el éxito dependerá de que vayan acompañadas por la fuerza de las ideas.
Con su habitual lucidez el líder de la Revolución Cubana advirtió más de una vez que “nadie crea que los individuos hacen la historia”, pues los factores subjetivos influyen, aceleran con sus aciertos o retrasan con sus ineficiencias y errores los procesos históricos pero no determinan el resultado final.
Apuntó que ni siquiera hombres tan geniales como Martí, Bolívar, Juárez, Lincoln y muchos admirables como ellos habrían sido conocidos por la historia de haber nacido, por ejemplo, treinta años antes o después.
Al clausurar la conferencia martiana de 2003, expresó: “Creo finalmente que la gran batalla se librará en el campo de las ideas y no el de las armas, aunque sin renunciar a su empleo en casos como el de nuestro país u otro en similares circunstancias si se nos impone una guerra, porque cada fuerza, cada arma, casa estrategia y cada táctica tiene su antítesis surgida de la inteligencia y la conciencia inagotables de los que luchan por una causa justa”.
Para una mejor compresión de este principio esencial, concluyó entonces proclamando: “Frente a las armas sofisticadas y destructoras con que quieren amedrentarnos y someternos a un orden económico y social injusto irracional e insostenible: ¡sembrar ideas! ¡sembrar ideas! ¡y sembrar ideas! ¡sembrar conciencia! ¡sembrar conciencia! ¡y sembrar conciencia!”.
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