Todo concertado
8 de agosto de 2016
|La ola conspirativa contra Venezuela no se detiene, por el contrario, aumenta y adquiere caracteres que considero indignante, al concertarse el intento de despojar alGobierno Bolivariano de presidir el Mercado Común Suramericano (MERCOSUR), hasta la acción descabellada norteamericana de volver a acusar a Caracas de intensificar las violaciones de los derechos humanos.
Por el momento, la planeada acción de los gobiernos neoliberales de Argentina y Brasil, así como el neoestrossnerista de Paraguay no pudieron mantener la prohibición del acceso venezolano a lapresidencia pro témpore del organismo, tal como le corresponde durante los venideros seis meses, gracias tanto a la actitud firme de Caracas como a la de la Comisión de Asuntos Económicos del Senado del propio Brasil, eliminando todos los obstáculos levantados al efecto por el presidente golpista, Michel Temer.
En este contexto ya fue izada la bandera del MERCOSUR al frente de la Cancillería venezolana, que en un comunicado subrayó que “Venezuela es un Estado parte con pleno gozo de sus prerrogativas y noestá sometidoa ningún tipo de sanciones en el ámbito del bloque”.
En cuanto a la violación de los derechos humanos es una burla atribuir al Gobierno Bolivariano la inquietud e indignación levantada por la guerra económica que el propio Imperio insufla en la nación del sur, con el apoyo a los planes de desestabilización concertado por empresas que dejan al garete producción y empleos, así como a actividades anárquicas de la Asamblea Nacional, controlada por una oposición que no propone, sino destruye.
Además, allí los mayoritarios medios de información son controlados por sectores antigubernamentales que siembran mentiras por doquier, demasiado libremente, a mi juico.
Pese a todo lo anterior, se puede decir que la vida transcurre pacíficamente en Venezuela, porque su gobierno ha tomado medidas para aliviar en lo posible el desabastecimiento, acuerda con Colombia convenios para evitar el contrabando, acciones paramilitares yel tráfico de personas a lo largo de la frontera común; y no desmaya en llamar a resolver pacíficamente todo tipo de divergencias, incluso con Estados Unidos, cuyo gobierno, lamentablemente, viola constantemente tales derechos, en tanto repite una y otra vez que el de Caracas “es una amenaza para la seguridad nacional de EE.UU.”
Algo incongruente, porque la denominada violencia venezolana no alcanza ni en lo más mínimo las altas cotas de México, Colombia, Honduras y, paradójicamente, el propio Estados Unidos.
Por eso mueve a risa, y a indignación, claro, cada vez que los voceros de la Casablanca y el Departamento de Estado dicen que, como “política de larga tradición, Estados Unidos no apoya transiciones por métodos anticonstitucionales. Las transiciones deben ser democráticas, pacíficas y legales”, subrayan hipócritamente.
Tal mentira es seguida y repetida por el todavía vigente aunque interino gobierno del Partido Popular en España, actor destacado, y miserable, en las mentiras contra Venezuela.
Tal es así, que incluso políticos que se dicen progresistas se suman a las voces de los”populares” de Rajoy, al demonizar alchavismo y a la Revolución Bolivariana, mientras, de manera concertada, repiten que si en España se pusieran en práctica las medidas de reparto dela riqueza quepropone Izquierda Unida, estaría como en Venezuela.
Todo un síndrome del miedo que quizás explica en parte la caída de la votación de los grupos progresistas en las más recientes elecciones y que todavía la derecha y ultraderecha sigan tratando de formargobierno en España, como entes herederos de un franquismo que fusiló a más de 250 000 hombres y mujeres desde 1939 a 1953, responsable del asesinato de otras 150 000 personas y raptor de unos 30 000 niños de madres republicanas encarceladas.
Para EE.UU. esto no es violatorio de los derechos humanos, pero sí de quienes los enaltecen en Venezuela.
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