Terrorismo mediático
6 de octubre de 2016
|
Utilizado exitosamente para conseguir el No en el plebiscito por la paz en Colombia, el terrorismo mediático sigue haciendo más daño que sus sanguinarios “primos” paramilitarismo y terrorismo a ciegas en la consecución de desestabilizar gobiernos progresistas o electos democráticamente en el mundo, con especial énfasis en los últimos años en América del Sur.
Pudiéramos repasar país tras país en este contexto, pero se me antoja que Venezuela ha sido el punto principal en mucho tiempo al respecto. Ejemplos sobran, y muy actuales y recurrentes.
Aunque restringida sus movimientos por el Gobierno Bolivariano, la USAID en Venezuela sigue utilizando a falsas organizaciones no gubernamentales, artistas, intelectuales y grupos estudiantiles para subvertir el orden, con una respuesta movilizativa popular que es contundente, pero pienso insuficiente, al no ir acompañada del cumplimiento de leyes que están ya legisladas, porque los magnates de la prensa han resguardado sus intereses y se escudan en un manto democrático que no “camina” ni en el barco motriz de la contrarrevolución, Estados Unidos.
En estos años la USAID ha invertido un promedio del 32% de sus fondos multimillonarios para desestabilizar a Venezuela, dinero entregado a grupos estudiantiles y juveniles vinculados con la oposición, para promover el debate político, aumentar el nivel del discurso sobre los más importantes asuntos y reforzar el uso de las tecnologías mediáticas, como Twitter y Facebook, todo, por supuesto, bajo la óptica de la lupa antichavista.
Ahora hablamos sobre la cuestión de las becas otorgadas por alguna que otra “ong’s” a jóvenes latinoamericanos para que estudien en Estados Unidos o conozcan y se “empapen” de su realidad, todo un complot, pero esto ya era un estilo común en Venezuela, donde jóvenes venezolanos opositores utilizan todo tipo de medios para promover la violencia.
No se recurre solo a grupos marginales, sino a “educados” estudiantes, conocidos en el argot local como Manos Blancas, hijos de padres y madres encopetados, adinerados, que obtienen fácilmente la libertad cuando son aprehendidos durante la realización de alguna fechoría.
La victoria revolucionara en Cuba y la llegada de gobiernos progresistas electos democráticamente en algunas naciones del sur del continente, hicieron que el Imperio no utilizara siempre los métodos que derrocaron a Salvador Allende en Chile, con miles y miles de muertos, desaparecidos y exiliados, y aunque sin dejar de recurrir de vez en cuando a este método, nutre su terrorismo mediático de elementos más sutiles con artistas e intelectuales que reniegan (estos últimos) de su pasado izquierdista.
Esto es lo que más le conviene al Imperio y, por supuesto, a las corporaciones mediáticas, porque les son más útiles.
Connotados hombres de izquierda de antes, están ahora en el campo de sus antiguos enemigos, como si dijéramos que los torturados aparecen al lado de los torturadores, y ello ocurre en naciones del continente, haciendo buena la advertencia del varias estudioso Ludovico Silva en su obra La plusvalía ideológica”:
“Lo más grave… reside en que tales artistas e intelectuales son los mayores productores de plusvalía ideológica para el sistema”, ya que ella “se produce proporcionalmente al potencial revolucionario de aquellos que la producen”.
De ahí el interés ideológico del capitalismo norteamericano por todos los izquierdistas de América Latina; ellos le son mucho más importantes, por su mayor capacidad para producir plusvalía ideológica.
Y es porque el izquierdista pasado al enemigo se convierte en el mejor perseguidor de sus ex compañeros, y en el más aberrado de los torturadores.
Todo su bagaje cultural y teórico lo dirigen a convertir a los demás y, de no lograrlo, a denigrarlos. Ejemplo hay muchos, aunque no demasiados para el imperialismo, que los sigue captando, con el fin de utilizarlos en su terrorismo mediático.
Comentarios