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Supermartes y supermillones

7 de marzo de 2016

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Para entender, aunque sea a medias, el proceso electoral norteamericano, hay que leer mucho y, más que todo, interpretar los grandes artículos que aparecen en la prensa y que a veces hasta complican más a los lectores, que no pueden dilucidar bien el entramado del sistema.
Lo que sí está muy claro, léase MUY CLARO, en mayúsculas, es que el dinero puede decidir quién llega a ser el inquilino de la Casa Blanca.
Para mí, y no soy el único que piensa así, la campaña electoral es un gran show mediático, donde la fanfarria en que se convierte la supuesta forma “democrática” de elegir a los candidatos, no pasa de ser un elemento más que contribuya a hipnotizar votantes que a última hora puedan favorecer la balanza, casi siempre al lado del que más dinero tiene y más promesas hace… no importa que luego no se cumplan o se cumplan a medias.
Por estos días, el apelativo de “Supermartes”, llena el éter de la geografía planetaria, tal como si ese espectáculo mayor fuera a decidir los destinos de la humanidad y, en primer lugar, los del pueblo norteamericano.
A la hora de sintonizar los varios canales de televisión que transmiten en vivo y directo todo lo que ocurre ese día, en primer lugar –y eso es muy importante– el no perderse ni un detalle de cómo llegan vestidos y peinados los aspirantes, ya sean los que acuden por el Partido Republicano o por el Demócrata.
En esas comparecencias se oyen todo tipo de barbaridades, desde ofensivas palabras xenófobas que reciben el aplauso de los asistentes, hasta vulgares diatribas sobre el supuesto estatus moral de uno u otro contrincante.
De manera oficial, el Supermartes es el día del calendario preelectoral estadounidense (por lo general en febrero o a principios de marzo) en el que un grupo numeroso de estados organizan simultáneamente contiendas que ayudan a definir las candidaturas presidenciales de ambos partidos.
En el presente 2016, correspondió al martes 1 de marzo, hacer el gran show mediático.
Esta vez, en el caso del Partido Republicano, el magnate neoyorquino, Donald Trump, obtuvo la victoria en siete estados; mientras el senador Ted Cruz solo fue favorecido en Texas y Oklahoma; y el senador Marco Rubio, alcanzó su único triunfo en Minnesota.
Tras esa victoria, Trump se calificó como “un unificador”; mientras que Ted Cruz insistió en que es él “el único capaz de vencer a Trump”, por lo que llamó a los demás candidatos republicanos a retirarse de la contienda.
Por su parte, el menos favorecido, Marco Rubio, dijo, refiriéndose a Trump que “el Partido Republicano no puede ser tomado por un estafador, porque lo que está en juego no es solo el futuro de Estados Unidos, sino el del movimiento conservador”.
Especialistas en el tema electoral norteamericano coinciden en que casi siempre los dos partidos que se alternan el poder, escogen candidatos con posiciones moderadas y centristas, pero esta vez los votantes republicanos se han decantado por Donald Trump, de posturas radicales en temas como la inmigración, y por Ted Cruz, ultraconservador que se vanagloria en asegurarlo.
Algunos medios coinciden en señalar que Trump se basa en su culto a la personalidad. Posee una inmensa capacidad para convocar mítines masivos sin una organización de masas que le apoye ni una ideología social coherente.
A la vez, su debilidad fundamental –se especifica– es la carencia de una organización que pueda sostenerse tras el proceso electoral. No existen apenas cuadros ni militantes “trumpistas” entre sus seguidores.
En tanto, en el Supermartes de los demócratas, Hillary Clinton, aparece como imbatible ante su contrincante Bernie Sanders.
Ahora todos los aspirantes –republicanos o demócratas– miran al próximo 15 de marzo como la meta codiciada, por tratarse de las primarias en el estado de la Florida, considerado uno de los botines más jugosos, por tratarse del tercer estado más poblado del país.
De todas formas, habrá más shows en lo adelante y, que no quepa la menor duda, de que entre contribuciones millonarias y discursos de todo tipo, se perfilarán los dos candidatos a disputarse la silla en la Casa Blanca.

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