Sin respeto y dignidad, y menos misericordia
4 de abril de 2017
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El tratamiento a Puerto Rico como una colonia de Estados Unidos ha ido en aumento, luego que las autoridades isleñas declararon que era imposible pagar la abultada deuda económica de más de 73 000 millones de dólares y anunciarse que antes de mayo venidero los fondos buitres que la manejan van a tratarla indigna e irrespetuosamente como una colonia, y no un “estado libre asociado” a EE.UU.
La cuestión al respecto se agravó porque al servicio de los “buitres” se encuentra la junta de control fiscal creada por el Congreso, cuya Ley de Supervisión, Administración y Estabilidad Económica establece que, antes que todo, hay que pagar a los acreedores.
Es decir, esto es más importante que la ola de pobreza que ya azota a la mitad de los tres millones y medio de habitantes de la Isla, once de los cuales pierden diariamente sus viviendas y otros muchos tratan de emigrar, diría huir, a la “Madre Patria” colonial, Estados Unidos.
La grave cuestión viene desde hace más de dos años, por lo que ni las autoridades centrales ni las locales hicieron mucho para evitarla, lo cual hizo que el expertoRichard Canan la calificara como colonia en quiebra.
Y es que Estados Unidos ha querido comprar con dádivas la fidelidad de los puertorriqueños, tanto para mantener el estatus quo de Estado Libre Asociado o en el pretendido intento de convertir a Puerto Rico en su estado número 51. Sin embargo la realidad es otra, la grave situación económica y social ha ocasionado que más de la mitad de los puertorriqueños vivan fuera de su país.
Puerto Rico es una colonia de los Estados Unidos. Sin embargo, desde 1952 la jerga oficial asigna a Puerto Rico el estatus de Estado Libre Asociado. Es decir, es un “territorio no incorporado” al país norteamericano con un autogobierno limitado (se le permitió la redacción de una constitución para el manejo de sus asuntos internos), pero que está sujeta y subordinada de rodillas a los poderes del Congreso estadounidense mediante la aplicación de la “Cláusula Territorial”.
Esto significa que su soberanía la ejerce el Congreso de los Estados Unidos, el cual decide todo lo relacionado a su moneda (el dólar), su sistema financiero, la defensa, las relaciones exteriores, la inmigración y el comercio (no puede hacer tratados comerciales con ningún país, no puede recibir en sus puertos barcos con banderas diferentes a las de Estados Unidos y tampoco controla ni decide sobre sus importaciones). Puerto Rico está atado de manos y pies en el patio trasero del imperio norteamericano.
Como parte del extraño estatus legal de este Estado Libre Asociado, el Jefe de Estado de los puertorriqueños es el mismísimo Donald Trump, aunque con el pequeño detalle de que los residentes de Puerto Rico no pueden votar en ninguna elección presidencial norteamericana, a menos que tengan una residencia legal en Estados Unidos.
El Gobierno Federal de Estados Unidos “aporta” a Puerto Rico más de 20 000 millones de dólares anuales, lo que no ha repercutido en los altos índices de desempleo, pobreza y criminalidad. Por el contrario, casi el 40% de la población se ve forzada a recibir algún tipo de ayuda gubernamental, como el Plan de Asistencia Nutricional (cupones para alimentos), el Programa de la Sección 8 (vales para el alquiler de viviendas), el Medicaid (subsidio para el pago de los gastos médicos de personas con bajos recursos), el Programa da Subsidio de Energía para Hogares de Bajos Ingresos y hasta subsidios para la telefonía celular y la televisión por cable.
En Puerto Rico, viven 3, 725,789 ciudadanos (Censo 2010), pero en territorio norteamericano viven 4 623 716 puertorriqueños. Todo un éxodo masivo que no refleja ni el supuesto paraíso, ni los beneficios que implica ser una colonia norteamericana y estar bajo la tutela del imperio más poderoso y rico de la tierra.
Es importante destacar que desde la guerra hispano-estadounidense de 1898, Estados Unidos tomó por asalto el territorio puertorriqueño, sin embargo en estos 119 años no han podido suprimir la cultura caribeña, el idioma español y la idiosincrasia latinoamericana que corre vibrante por las venas de todos los puertorriqueños.
Pese a todos los supuestos beneficios de ser una colonia norteamericana, el Estado Libre Asociado sorprendió con la noticia de que su deuda es “impagable”, con unas finanzas públicas al borde del default, en la quiebra financiera, la bancarrota total, coincidiendo con la vorágine provocada por la rapiña y el bloqueo financiero que la llamada Troika Europea (Comisión Europea, Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional) impuso contra el pueblo griego.
Y es que el capital financiero no tiene misericordia con los pueblos del mundo.
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