Sin novedad, Señora Baronesa
25 de noviembre de 2021
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Para El País y libelos de otras latitudes Juan Orlando Hernández dejará de ser presidente de una pequeña nación centroamericana, Honduras, a la que dejará en plena paz, con desarrollo económico y un proceso electoral en el que sobresale la paz… aunque sea de los sepulcros.
Así, divulgan entrevistas y declaraciones de Hernández en la que nada se le pregunta por sus vínculos con el narcotráfico, ni con los miles de hondureños que son víctimas de los “coyotes” en su huida hacia la “tierra prometida” estadounidense, ni de los asesinatos de opositores políticos y líderes sociales en esta época de maraña electoral. Para esos medios desinformativos todo trascurre sin novedad, como la canción de Los Xey, que luego eran Xinco.
Con todo, tres mujeres y 13 hombres son los candidatos a la presidencia de Honduras para las elecciones generales de este 28 noviembre para el período 2022-2026.
Del total, dos candidatos son independientes y 14 forman parte de una institución política de los que Xiomara Castro, Nasry “Tito” Asfura y Yani Ronsethal fueron elegidos en un proceso electoral interno de los partidos Libre, Nacional y Liberal respectivamente.
Astura (Nacional) es el actual alcalde del Distrito Central. En las elecciones internas del Partido Nacional derrotó a Mauricio Oliva para convertirse en el candidato a la presidencia. Dice que mantendrá el “programa” de Hernández, y sale naturalmente como lógico favorito, gracias al apoyo de todo lo malo que controla Honduras, que es bastante.
Hay candidatos que fueron electos de dedo para poder disolver la oposición al oficialismo. De ellos, con fuerza electoral o no, sobresalen por su limpio desempeño:
Santos Orellana, independiente, quien fue dado de baja deshonrosa del ejército en octubre del 2016, luego de denunciar que las Fuerzas Armadas ayudaron a facilitar el tráfico de drogas a Juan Antonio “Tony” Hernández, hermano del presidente de Honduras, quien fue sentenciado a cadena perpetua más 30 años de prisión en Estados Unidos por trasiego de estupefacientes.
Salvador Nasralla, de la alianza Unidad Nacional Opositora de Honduras (UNOH). Es ingeniero, presentador de televisión y político hondureño que buscará por tercera ocasión llegar a la presidencia de Honduras. Anteriormente lo hizo con el Partido Anticorrupción (PAC) y por la Alianza de la Oposición contra la Dictadura.
Xiomara Castro, del partido Libertad y Refundación, fue primera dama durante la administración de su esposo José Manuel “Mel” Zelaya de 2006 al 2009, cuando fue depuesto por un golpe de Estado auspiciado por Estados Unidos y mantenido secuestrado en paños menores en la enorme base norteamericana de Palmerola. En cuanto a su esposa, su trayectoria política la ha hecho en el Partido Libre.
ALGO PARA NO OLVIDAR
Juan Orlando Hernández llegó al poder en 2014 y un año después puso en marcha una reforma constitucional para hacer posible su futura reelección. Pero para eso tenía que ganar las elecciones.
En el conteo de votos en la noche del domingo al lunes, del 26 al 27 de noviembre, se produce un primer anuncio de resultados y después se reportaron algunos problemas de comunicación o de retransmisión de datos. Cuando volvieron a aparecer las informaciones con esos resultados, cambió completamente la tendencia inicial que se había comunicado, que en la madrugada del lunes la tendencia daba una victoria significativa al candidato opositor Salvador Nasralla.
Lo que llegó después fue un descontento generalizado y movilizaciones en decenas de localidades del país, no solo en Tegucigalpa. “Cuando las personas hacen plantones (bloqueo de ciertas vías), primero les gasean y luego les disparan”, asegura Erika García, activista de Somos Muchas e integrante de la Coalición contra la Impunidad. Esta organización presentó un informe con el que denunciaba las violaciones de derechos humanos en las protestas y donde se dieron los nombres, los apellidos y las circunstancias en las que murieron los 33 manifestantes. Por supuesto, nada se ha hecho.
“Los activistas tratamos de ir y resistir en todas las movilizaciones. Es impresionante. Estaba todo muy militarizado”, apunta García. Todo el aparato policial y militar del país estaba desplegado: la policía militar, las fuerzas armadas, la policía nacional y los cuerpos de élite, que se crearon para contrarrestar delitos graves como el narcotráfico.
“Disparan a bala viva cuando no hay trabajadores de las ONG cerca observando. Esperan a que no haya tanta gente, a que sea de noche. Se han encontrado casquillos de bala militar y el Ministerio Público no hizo nunca nada”, protesta la activista.
El escándalo fue tal que hasta la presuntamente neutral –aunque proimperialista- Amnistía Internacional confirmó esta versión: “No se respetaron los protocolos sobre el uso de la fuerza que normalmente significa que se empieza por dialogar y nunca utilizar, salvo en casos excepcionales, la fuerza excesiva y en este caso la fuerza letal… muchísimas personas recibieron disparos a bala viva, cuando las fuerzas de seguridad estaban presentes”.
Las redes sociales jugaron un papel esencial durante las movilizaciones, pero el partido gobernante logró limitar la información en estas plataformas. “Esto fue muy grave porque la mayoría de medios corporativos no informan sobre lo que en realidad pasa. Las redes son las principales fuentes de información y convocatoria”, lamentó la Coalición contra la Impunidad.
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