¿Será Chile de todos?
8 de noviembre de 2013
|La médica y ex mandataria de 62 años Michelle Bachelet, la primera mujer en gobernar Chile entre el 2006 y el 2010, tiene enormes opciones para imponerse a los otros ocho candidatos en la primera vuelta de los comicios presidenciales del venidero 17 en una nación donde la dictadura de Augusto Pinochet dejó entronizado un neoliberalismo que la ha hecho crecer macroeconómicamente, con grandes dividendos para los menos y la miseria en las masas populares.
Bachelet, maltratada por la dictadura, tiene de principal rival a Evelyn Matthei, con familiares propinochetistas y defensora de las medidas del actual presidente, el millonario Sebastián Piñera, que privilegian a patronos y banqueros.
De triunfar, si se respeta el voto de los chilenos, se sumaría de nuevo al grupo de presidentas progresistas como la brasileña Dilma Rousseff y la argentina Cristina Fernández, quienes han cambiado el rostro tradicionalmente masculino de la política sudamericana.
Una vez instalada en el Palacio de la Moneda, el mayor obstáculo de sus reformas será un sistema electoral diseñado durante la dictadura del general Augusto Pinochet, que impide la construcción de mayorías parlamentarias e hizo encallar varias de sus iniciativas durante su primer mandato.
Y eso también es algo que Bachelet se propone cambiar, como también revolucionar la educación pública para que Chile pueda crecer sostenidamente en el futuro. Por eso, su eslogan de tener un “Chile de todos”.
“Tenemos que enfrentar la desigualdad para que los beneficios del progreso y desarrollo dejen de ser percibidos por unos pocos”, dijo recientemente en un foro empresarial. “Sólo así crearemos una base social y política que nos permita dar el salto del desarrollo económico que requerimos”, agregó.
Aunque tiene la mejor calificación crediticia de América Latina, Chile aparece en la posición 44 entre las 65 naciones cuyo nivel de enseñanza fue evaluado en el 2009 por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. Esa misma entidad recomendó mejorar el acceso a la educación de alta calidad, atención médica y programas eficientes de protección social. “Esta elección no es sobre la política pública”, dijo Marta Lagos, directora de una consultora en Santiago de Chile. “Es sobre los valores. Y ella simboliza un mundo que es exactamente lo contrario de lo que simboliza el actual gobierno”, explicó.
La reforma fiscal que Bachelet pretende enviar al Congreso contempla un alza gradual de cinco puntos porcentuales en los gravámenes a las empresas, lo que permitiría recaudar unos 8 200 millones de dólares para financiar los cambios en la educación.
La candidata del oficialismo, Matthei, dijo que una reforma tributaria de esas características comprometerá el crecimiento de la sexta economía de América Latina.
Desde el mundo empresarial miran los planes tributarios de Bachelet con mucha cautela, y de ahí que se haya convertido en el principal sector que preconiza las campañas de derecha contra ella.
Para Bachelet, que dejó este año la dirección de una agencia de Naciones Unidas para candidatearse a la presidencia, Chile necesita además una nueva Constitución que elimine las ataduras heredadas de Pinochet. Antes de entregar el poder en 1990, el dictador creó un complejo sistema electoral que complica la obtención de una mayoría representativa en el Congreso y hace difícil gobernar. En su anterior gobierno, Bachelet vio muchos de sus proyectos empantanarse en el Congreso.
Al igual que el entrenador argentino Marcelo Bielsa, a quien Bachelet admira por inyectarle garra y convicción a la selección chilena de fútbol, la candidata dice que es posible cambiar la realidad y modificar un sistema legislativo donde la minoría tiene un desproporcionado poder de veto. “Va a ser muy difícil”, dijo Robert Funk, director del Centro de Estudios Públicos de la Universidad de Chile. “Ella va a tener un gran desafío para su gestión”, sostuvo.
Las muy próximas elecciones serán las primeras con voto voluntario, un elemento que podría sumar imprevisibidad al resultado final. Y se hace indispensable, subrayo, que Bachelet consiga la mayoría legislativa para no tener que negociar con los conservadores e, incluso, hacer valer el apoyo de sus aliados, integrantes de una coalición que abarca desde democratacristianos hasta comunistas.
“Se siente mucho más segura en lo que está haciendo”, dijo Sergio Bitar, quien fue ministro durante su primer mandato y ayudó a dirigir la campaña electoral del 2005. “Ahora ves a alguien que es un líder, que está respondiendo a lo que la gente se pregunta”, agregó.
Porque solo con una personalidad fuerte podrá Michelle Bachelet hacer posible crear un Chile con justicia social para todos.
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