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Segundas partes son peores

15 de abril de 2014

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Se dice comúnmente que segundas partes nunca fueron buenas, y lo corrobora a priori la ofensiva mediática occidental a favor de la llamada Alianza del Pacífico (AP) y en detrimento del Mercado Común Suramericano (MERCOSUR) y la Alianza Bolivariana para nuestros pueblos de América (ALBA), a los que califican respectivamente de inútil modelo de integración e instrumento político de la izquierda.
Así, el imperialismo aprovecha la crisis económica mundial y disímiles problemas políticos  para, con el disfraz del libre comercio,  aprovechar los momentos difíciles para la integración que vive América Latina, y utiliza a la AP como parte de su estrategia para impedir la unión.
AP surge el 28 de abril del 2011 como una nueva iniciativa de integración latinoamericana, esta vez entre aquellos países que han optado por implementar un modelo de mayor apertura comercial entre Colombia, Chile, México y Perú, que, en realidad, fortalece el puente neoliberal hacia las economías que la integran.
Estos cuatro miembros, si bien coinciden en materia de política económica, tienen diferentes niveles de desarrollo y problemas sociales de diversa índole, en los que emerge la gran brecha que se abre cada vez más entre ricos y pobres.
Previo a la formación de la AP, existió otra iniciativa denominada el Arco del Pacífico, creada en el 2007 e integrada por once países: Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá y Perú.
Su finalidad era coordinar una estrategia continental para la relación comercial con las economías más sólidas y también las emergentes de Asia -Pacífico.
De los once países quedaron sólo cuatro, debido a que Ecuador y Nicaragua decidieron acercar su política comercial a Venezuela e integrarse a la Alianza Bolivariana para nuestros pueblos de las Américas (ALBA). Por su parte, los países centroamericanos, del Triángulo del Norte, tenían un proceso interno suficientemente complejo en vista de su relación con Estados Unidos (EE.UU.) y la firma de diversos tratados.
Este comportamiento se refleja en otros ámbitos de la política exterior, como la afinidad de Centroamérica a alinearse más con la posición de EE.UU. que los actuales miembros del ALBA, como ocurrió en la agresión e invasión a Iraq en el 2003, que gobiernos centroamericanos respaldaron con el envío de tropas.
Los cuatro miembros de la AP son entonces quienes tienen mayores coincidencias tanto políticas como económicas, a los cuales se les unirá Panamá, mientras que Costa Rica, con el presidente electo, Luis Guillermo Solís, está por ver. Como invitados están Canadá. Australia y Japón, y se espera la asistencia de Corea del Sur y otras naciones asiáticas.
Uno de sus primeros anuncios fue la creación del Mercado Integrado Latinoamericano, cuyo objetivo es unir las bolsas de valores de cada uno de los países, y que actualmente opera entre Chile, Colombia y Perú. Es más, la AP  ya se proclama como “la octava economía mundial” y la mejor opción al MERCOSUR y al ALBA, sin tener en cuenta los diversos intereses, las relaciones con las naciones asiáticas y el papel político, que difieren sustancialmente y no para bien.
Para Constanza Uribe, coordinadora del Centro Asia Pacífico de la Universidad Diego Portales, de Chile,  “el MERCOSUR tiene más afinidad con Europa por razones históricas, pero con Asia no está haciendo propuestas concretas, porque Brasil, en principio, es un propio bloque”, señaló.
Desde una perspectiva más ideológica y menos comercial, ALBA – bloque conformado por Bolivia, Cuba, Dominica, Ecuador, Nicaragua, San Vicente, Antigua y Venezuela- se integra según una lógica de concertación política que ve en Estados Unidos un actor hegemónico y, por lo tanto, busca reducir su influencia política y comercial en la región.
Es en este contexto que plantea sus términos de integración como una oposición al libre mercado y se estructura como una alternativa de política comercial en la región, y la relación con el Asia Pacífico se concentra principalmente en China.
Y es que ALBA tiene una integración de manera complementaria, sin el capitalismo, sino a través del socialismo, y es por eso que la relación con China es tan importante, porque además de los términos equilibrados y positivos, reduce la influencia de Estados Unidos en la región.
Por otra parte, le presenta buenos negocios al ALBA, al ofrecerle por ejemplo, abrir un canal a Nicaragua”, lo cual demuestra un objetivo pragmático, pues los países bolivarianos “ven a China como negocio que les brinda capital y seguridad, mientras que a Asia, sólo le interesa satisfacer sus necesidades internas y reducir la influencia de Estados Unidos”.
Hay que recordar que los cuatro países miembros de AP son del esquema de integración en el cual Estados Unidos es la economía dominante, mientras los demás son satélites, incluyendo la de Canadá, más grande que la de México.
Así, México garantiza su presencia política en Sudamérica. Brasil, a partir de ahora, tiene necesariamente que agregarle en su estrategia de integración sudamericana. Estados Unidos refuerza su presencia en Sudamérica – vía México. Adiciona, además, un nuevo instrumento para apoyar a sus dos principales aliados, Chile, en lo comercial,  y Colombia, en lo militar y estratégico, principalmente el último, debido al intento desestabilizador en Venezuela.
Es decir, la AP es una victoria diplomática de Estados Unidos, pues operará como una aproximación al ALCA, la estrategia. norteamericana para la creación de un área de libre comercio hemisférica, bajo su control, lo cual hace peor esta segunda parte de la formalmente pacífica alianza.

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