Seguidilla imperialista
28 de marzo de 2019
|De una manera u otra, el grupo ministerial que acompañana Donald Trump ha vuelto a expresar su condena a Rusia por lo que consideran la anexión de Crimea, poco después que el pueblo de la península celebrara el quinto aniversario de su decisión soberana, expresada mayoritariamente mediante las urnas (96%), de regresar a la Federación Rusa.
Crimea es en estos momentos una de las principales regiones rusas de mayor desarrollo económico, pese a las sanciones que impiden inversiones y comercio con corporaciones extranjeras, y los intentos ucranianos de socavar su soberanía, como ocurrió con la aún reciente penetración de barcos de guerra de Kiev en la zona costera crimea, naves que fueron capturadas por la Armada rusa.
Ninguna de las acciones malévolas ha podido empañar la inauguración de importantes obras que conforman aún más el apoyo a la economía del lugar, como el puente de Crimea sobre el Estrecho de Kersh, abierto seis meses antes de lo previsto.
En aquella ocasión, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, expresó que “es un día histórico, porque en diferente épocas, incluso en los tiempos de los zares, la gente soñó con construir este puente”.
El equipo del puente de Crimea lo integraron más de 10 000 trabajadores e ingenieros que lo construyeron en condiciones ambientales difíciles.
En el marco de la ceremonia, una columna de maquinarias de construcción se desplazó por la autopista encabezada por el presidente ruso, quien se sentó al volante de un Kamaz.
ASUNTO ZANJADO
Al reciente pedido de Trump devuelva Crimea a Ucrania, Putin respondió que tal tema “está zanjado definitivamente”, y destacó que la adhesión permitió a Crimea evitar la suerte de la región del Donbass, constantemente agredida por las fuerzas armadas de Kiev.
La seguidilla imperialista ha comprendido principalmente la aplicación de sanciones a Rusia, cuestión que ha permitido al pueblo ruso a hallar fórmulas exitosas para un mayor desarrollo interno, así como estrechar relaciones de toda índole con naciones amigas, principalmente China.
En agosto del 2017, el Gobierno estadounidense promulgó una ley para ampliar sus sanciones unilaterales a Rusia y otros países a los que considera “adversarios”.
En particular, la normativa autoriza al presidente estadounidense imponer restricciones a personas o empresas que hagan una inversión, vendan, alquilen o proporcionen a Rusia servicios, tecnología, información o apoyo para la construcción de gasoductos y oleoductos destinados a la exportación en proyectos con un valor de mercado equivalente o superior a un millón de dólares, o que cubran un período de 12 meses y tengan un valor agregado de cinco millones de dólares o más.
Esto es una prueba más del intento de Estados Unidos de actuar como potencia unipolar, pero no calculó la firmeza de las posiciones rusas ni las decisiones soberanas de los habitantes de Crimea.
Y es que Washington convirtió esa región en el centro de su política exterior, debido a que Ucrania es la más importante de las repúblicas ex soviéticas —excepto Rusia—, y por lo mismo una pieza clave en el entorno estratégico de Moscú.
Por su posición geográfica, recursos y población, sería un escenario ideal para desestabilizar a Moscú, mediante la apertura de una brecha en su esfera de influencia inmediata, además de que, en caso de entrar a la Organización del Tratado del Atlántico Norte, o al menos a algún acuerdo militar que permita instalar bases en suelo ucraniano, la fuerza aérea y los misiles de mediano alcance estarían a relativamente poca distancia de Moscú.
En el caso específico de Crimea, es la base principal de la flota rusa, y significa, juntamente con su posición geográfica, el control del Mar Negro y de todas las rutas marítimas meridionales de Rusia.
Precisamente, por esa importancia geoestratégica, los intentos desestabilizadores podrían haber sido planeados desde hace años. Expertos han advertido que Zbigniew Brzezinski, asesor de Seguridad Nacional durante el gobierno de James Carter, y uno de los oráculos de la política exterior norteamericana, había abogado por la incursión en Ucrania para evitar el fortalecimiento de Rusia.
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