Revive la idea del ejército europeo
16 de noviembre de 2016
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Sorpresivamente, el presidente actual de la Unión Europea (UE) revivió la idea de la creación de un ejército europeo, un contingente militar paralelo a la OTAN pero integrado exclusivamente por los países europeos y que, obviamente, excluiría en este caso a Estados Unidos y Canadá y también a Gran Bretaña, país este último que –como se sabe– está en plano de retirada de la UE y en medio de un proceso que deberá estar concluido antes de finalizar el año 2017.
Los pronunciamientos del luxemburgués Jean Claude Juncker, por supuesto, cayeron como una bomba en el cuartel de la Alianza Atlántica, en Bruselas, donde un general estadounidense y otros colaboradores del mismo origen ejercen el más alto mando militar y de muchos de sus componentes, tal como lo establecen los reglamentos de la OTAN desde su creación, enfilada contra la Unión Soviética y demás países socialistas europeos aún antes de la existencia del Pacto de Varsovia, que constituyó su respuesta años después.
En realidad, la idea de la creación de un ejército puramente europeo como una especie de brazo armado de la UE e independiente orgánicamente de la OTAN, aunque manteniendo relaciones de cooperación con esta, comenzó a esbozarse desde la década de los 70 y tuvo a Francia y Alemania como sus impulsores iniciales en aquellos tiempos.
Ambos países llegaron a conformar un cuerpo militar conjunto que debería actuar como el embrión del futuro ejército, que se extendería gradualmente al resto de los países miembros de la UE.
Como era de esperarse, desde un principio el gobierno imperialista de Estados Unidos torpedeó fuertemente la idea, alegando duplicidades y paralelismos de índole militar respecto a la OTAN, encubriendo las verdaderas consideraciones de carácter político que inevitablemente acompañarían a una decisión de ese tipo.
Tras la desaparición de la URSS y la desintegración del campo socialista europeo, cuando algunos soñaron ilusamente con la probable desaparición de la OTAN, los Estados Unidos –por el contrario– estimaron llegado el momento de reforzarla y ampliar su radio de acción hasta más allá de las fronteras europeas, como efectivamente ha ocurrido en el Medio Oriente, sin olvidar su papel en la destrucción de Yugoslavia.
En momentos en que la OTAN busca expandir su actuación y cuando las presiones del gobierno imperialista de Estados Unidos son cada vez mayores en su seno para seguir utilizándola como punta de lanza, sonaron extrañas y contradictorias las declaraciones de Juncker reviviendo la idea del ejército europeo y causando desazón en Washington.
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