Represión e inseguridad garantizadas
15 de febrero de 2018
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Existen muchas Argentinas, aunque pudieran resumirse en solo dos. Una la que vende su presidente, Mauricio Macri y la otra, la real, aquella que sufren los ciudadanos de ese país, quienes contemplan cómo se vuelve a los momentos más oscuros de las dictaduras militares.
Y es que cada día nos sorprenden las noticias procedentes de esa nación sudamericana. Unido a las protestas, las medidas antipopulares, la violencia contra la mujer, está la represión que cada vez más se parece a los tristes años donde imperaba la ley de los militares que habían usurpado el poder.
El colmo fue el asesinato de un delincuente, por la espalda, a manos de un policía, imponiéndose lo que los argentinos llaman “el gatillo fácil”, aunque en nuestro medio se le conoce como gatillo alegre.
El asunto asumió una connotación nacional cuando el policía asesino, Luís Chocobar, fue recibido por el presidente Mauricio Macri, casi como un héroe, sentando un precedente; los uniformados pueden hacer lo que quieran, sin tener que rendir cuentas de sus actos.
La nueva política, que en tal sentido lleva adelante la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, definida como la nueva doctrina es que los policías están autorizados a todo tipo de barbaridad.
La titular de las Abuelas de Mayo al comentar el encuentro entre el mandatario y el asesino, criticó a Macri cuando dijo a la prensa que “esa es la policía que queremos” para precisar, “la querrá él, pero esa no es la que nosotros queremos”.
Por su parte el conocido intelectual argentino Atilio A. Borón en reciente análisis para explicarse la violencia en su país, precisaba que el actual gobierno es una “democradura”, porque su ascenso al poder fue democrático con una actuación propia de las dictaduras.
Y al referirse a la brutal acción represiva de las autoridades ante el Congreso de la nación, a principios de enero de este año, concluye que “desde los tiempos de la dictadura no se había producido un hecho de estas características. Sin duda, estamos en presencia de una tenebrosa involución que ha sido cuidadosamente ocultada ante los ojos de la opinión pública por los medios hegemónicos”.
El lector debe recordar el sonado caso de Maldonado, un manifestante que desaparecido por la policía durante semanas se convirtió en bandera de combate, hasta que finalmente apareció ahogado en un río cercano al lugar donde fue reprimido por la policía, sin que hasta el momento aparezcan sus asesinos.
Pero volvamos a la ministra Bullrich, quien obviando el caso Maldonado y otros, fue precisa al afirmar: “nosotros, como política, vamos a defender a una policía en acción que no se deje matar”. Y en tal sentido adelantó que vendrán reformas a la Justicia y una modificación al Código Penal, que ofrezca más garantías a los uniformados.
Décadas después de la etapa más traumática de su historia, donde fueron desaparecidas unas 30 mil personas, a los argentinos les ha tocado vivir, de nuevo, la inseguridad que le ofrecen sus autoridades, mediante uniformados capaces de aplicar medidas extremas confiados en la impunidad.
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