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Puerto Rico: ni estado, ni libre, ni asociado

24 de julio de 2019

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Uno de los secretos mejor guardados por parte de la diplomacia de los sucesivos gobiernos imperialistas de Estados Unidos ha sido la condición colonial de la isla caribeña de Puerto Rico -nación latinoamericana con cultura e identidad propias-, que le fue arrebatada a España mediante la guerra imperialista de 1898, cuando también se apoderó de Cuba y Filipinas.

Desde entonces, la lucha tenaz del pueblo puertorriqueño por su independencia ha sido no solo brutalmente reprimida sino que ha intentado ser acallada o tergiversada, en especial por los grandes medios de prensa de la metrópoli estadounidense y sus servidores en nuestro continente.

En días recientes, los infortunados pero heroicos boricuas volvieron a dar una muestra de dignidad y patriotismo cuando exigieron en vigorosas demostraciones callejeras la renuncia del corrupto e inmoral gobernador colonial Ricardo Roselló, quién sobrepasó los límites de sus desafueros ofendiendo y pretendiendo humillar, a su propio pueblo y encubriendo flagrantes hechos de corrupción cometidos por algunos de sus más cercanos asistentes.

El obsecuente servidor del Imperio, que ya había quedado al desnudo por su incapacidad y desvergüenza durante los trágicos días del huracán María, concitó ahora de manera irreversible el repudio popular en momentos en que la isla languidece y no logra recuperarse de los desastres del huracán.

Hasta su propio patrocinador Donald Trump parece haberlo abandonado y lo acusa de haber desviado o mal utilizado la “ayuda”, en una maniobra politiquera que busca captar los votos de los puertorriqueños residentes en Estados Unidos, que son los que tienen derecho a ejercerlo en los comicios presidenciales.

Al pretencioso Roselló se le cierran todos los caminos y promete como una gran cosa que no se reelegirá y ha renunciado a la jefatura de su Partido Nuevo Progresista, aunque dice que no abandonará la gobernación colonial hasta el final de su mandato, abriendo así una carrera contra el tiempo aún por decidir en las próximas semanas.

En fin de cuentas, tanto Roselló como sus antecesores no son más que simples piezas dentro del tablero colonial como lo serán sus sucesores, mientras Puerto Rico padezca del yugo del “Estado Libre Asociado” que el Imperio le colgó en 1950, cuando mediante Luis Muñoz Marías, la Administración Truman intentó disfrazar la condición colonial de la isla y perpetuar así su ocupación.

Por otra parte, la indeclinable batalla internacional por la independencia de Puerto Rico y por darle visibilidad a su lucha heroica de más de un siglo contra el Imperio yanqui sigue librándose en los escenarios más diversos y así lo confirmas las sucesivas resoluciones del Comité de Descolonización de Naciones Unidas y del Movimiento de Países No Alineados (120 países).

La enérgica y masiva demanda popular por la renuncia del corrupto Roselló es sin dudas un firme paso de avance hacia el destino soberano y digno que Puerto Rico merece.

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