Prudencia y diplomacia, ese es el camino
30 de octubre de 2015
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Con la proximidad de las elecciones locales venezolanas del 6 de diciembre, se aviva la continua campaña bajo el auspicio imperialista para desestabilizar y deponer al gobierno electo democráticamente de Nicolás Maduro, que ha tenido que luchar contra todo tipo de contrarrevolución, desde las manifestaciones violentas que han causado la muerte de víctimas inocentes y la insidiosa decisión oficial estadounidense de considerarlo un peligro para la paz en el continente, hasta el conflicto creado por la Exxon Mobil para enfrentar a Guyana contra la República Bolivariana.
Nada bueno presagiaba los recibimientos a bombo y platillos del presidente guyanés, David Granger, en el lugar donde la transnacional con mayoritario capital estadounidense Exxon Mobil dice haber descubierto un importante yacimiento petrolífero en una zona en disputa legal con Venezuela; y luego en el propio Washington por ejecutivos de la empresa y senadores republicanos.
Todo ello poco después de la grave situación creada por elementos paramilitares, del narcotráfico y contrabandistas en la frontera con Colombia, que obligó a Caracas a cerrar las fronteras y rechazar la falsa campaña mediática acerca de la violación de derechos humanos de los colombianos que viven en territorio venezolano.
El ego presidencial guyanés ha sido explotado inteligentemente por la transnacional que, hipócritamente, dice considerarse al margen de cualquier causa que haya provocado el entredicho, cuestión que nadie se lo puede creer, debido al largo historial de desmanes que posee en numerosas partes del mundo.
Nada le importa
A la Exxon solo le importa sus ganancias, y no los seres humanos y la naturaleza. Recordemos su amplia participación en el aislamiento de las empresas petroleras estatales rusas respecto a los mercados de capitales occidentales, un estilo piratesco que fue mayor en África, donde luchó contra la presencia china y coadyuvó a que Chad fuera sindicado como el país más corrupto del mundo.
Se las ha arreglado para penetrar en el entorno francés, por lo que también explota yacimientos en Camerún, Gabón, Djibuti y la República Popular del Congo, además de tener fuertes raíces en Guinea Ecuatorial.
Detrás del terrorismo en Nigeria, quizás con subvención al terrible Boko Haram, se indica la presencia de Exxon, dolida porque la empresa estatal china Sinopec y la sudafricana South African Petroleum pusieron fin al histórico monopolio que mantenía con Shell y Chevron sobre el petróleo de ese país africano.
Ha provocado desastres ambientales, como el de Alaska en 1989, cuya contaminación se extendió 800 kilómetros de sus costas, y el de Nigeria, con una mancha que se propagó unos 32 kilómetros.
Ha financiado gobiernos represivos a cambio de obtener permisos de exploración, como la dictadura de Suharto, en Indonesia, que trajo secuestros, torturas y masacres masivas de comunistas. En el 2001, fue denunciada por dar apoyo al Ejército del dictador para dañar a quienes luchaban en contra del régimen.
De igual manera, mientras dirigía una campaña de engaño desde 1998 hasta 2005 para, en apariencia, concientizar a sus consumidores sobre el cambio climático, presionaba para que el gobierno estadounidense no adoptara medidas para la preservación del medio ambiente.
Conspiración antivenezolana
Fue la que aportó más dinero para financiar la campaña de George Bush, quien no paró en sus intentos de desestabilización contra Venezuela, representados en el golpe de Estado del 2001, en el paro petrolero del 2002 y en la permanente campaña de descrédito con los calificativos de terrorista y antidemocrática.
En el 2008 impugnó la nacionalización de la Faja Petrolífera del Orinoco, y hasta congeló activos de PDVSA. Luego pedía una suma desproporcionada de dinero, de la que el Centro Internacional de Arreglos de las Diferencias reconoció solo 10%.
Antes del veredicto, se fraguaba una desestabilización en contra de Venezuela, con la amenaza de una devaluación desmedida y de un inminente golpe de Estado.
En definitiva, logró que al actual gobierno guyanés permitiera la exploración ilegal de la Guayana Esequiba, pues para ello se necesitaba la aprobación de Venezuela, según el Acuerdo de Ginebra en 1966.
En el caso del diferendo entre Venezuela y Guyana, hay que señalar que la Guayana Esequiba tiene una extensión de 159 542 kilómetros y fue reclamada por Venezuela desde 1777, con la creación de la Capitanía General de Venezuela. En 1811 todas las áreas que pertenecían a la Capitanía fueron incluidas en su primera Constitución, aunque el Imperio británico pretendió ocupar ese territorio, lo que generó la controversia que hoy se mantiene con Guyana.
Para resolver el diferendo, Gran Bretaña aceptó en 1966 iniciar conversaciones con Venezuela, y se logró el 17 de febrero la suscripción del mencionado Acuerdo de Ginebra, firmado en Suiza. Este fue reconocido por Guyana, luego de su independencia el 26 de mayo de aquel año.
Por eso, junto con la firmeza, hay que actuar con prudencia en la vía diplomática, para no caer en la nueva provocación auspiciada por el imperialismo.
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