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¿Prestigiar a la desprestigiada?

25 de marzo de 2015

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Rememorando cuándo la Organización de Estados Americanos hizo algo loable, hallo aquella condena a  Colombia -epicentro de la influencia estadounidense-, por su incursión militar hace algunos años en territorio ecuatoriano, aunque antes tal rechazo hubiese sido expuesto por cada una del resto de las naciones latinoamericanas.
Que las cosas han cambiado en los últimos años es una verdad de Perogrullo, aunque América Latina siempre ocupó un lugar especial en la estructura del imperialismo norteamericano.
Fue el primer territorio de expansión yanqui y estuvo considerado por el establishment del Norte como una posesión innegociable. La Doctrina Monroe apuntó primero a limitar la presencia europea y buscó posteriormente asegurar la primacía estadounidense. La denominación “Patio Trasero” ilustra esta estrategia de sujeción.
Esta orientación no cambió con el fin de la era Bush.
Obama sólo introdujo una diplomacia de buenos modales, para contrarrestar el desprestigio de su antecesor. Al comienzo de su mandato sugirió algún retiro de presos de Guantánamo, pero sin devolver el enclave a Cuba. Planteó aliviar las restricciones para viajar a la Isla, pero sin levantar el embargo y buscó ciertos acercamientos diplomáticos en el ámbito de la desprestigiada OEA. Y ahora que se establecieron las relaciones, no ha dejado en saco roto la tradicional combinación de la zanahoria con que trata de engatusarnos, con el garrote que emplea contra nuestros hermanos venezolanos.
No obstante, y a pesar de sus “pecados”, la OEA parece tomar un respiro con la elección de un nuevo secretario general, el ex canciller uruguayo Luis Almagro, en sustitución del chileno José Miguel Insulza, quien, como los anteriores, dejó muchas penas y pocas, poquísimas glorias.
La asunción será el 25 de mayo, y a partir de allí tendrá que lidiar con una OEA en crisis, en un estado de desmoralización general, por la inacción ante los casos de violación de los derechos humanos.
Desde antes de su elección, Almagro había expuesto que trataría de que Cuba regresase a la entidad, de la que nunca debió haber sido expulsada, apuntó.
Aparte de la baja credibilidad, la OEA atraviesa una crisis de identidad ante el creciente número de organizaciones regionales que si cumplen una función verdaderamente altruista y al margen de los intereses de Estados Unidos.
Pero es que además de la falta de moral, atraviesa por serias restricciones presupuestarias, al depender principalmente de Estados Unidos –que ya amenaza con dejarla sin fondos-, así como Canadá y un poco de Brasil en este aspecto, además de la dificultad de consensuar un plan de acción como sí lo tienen la UNASUR y la CELAC
Se ha indicado que Almagro aprovechará la condición  de conducir el único foro político en que los países latinoamericanos, a excepción de Cuba, pueden discutir con Estados Unidos y Canadá, cuestión que pretende sea en igualdad de condiciones y no servir de comparsa como hasta ahora.
Tratará de evitar que el organismo siga siendo percibido como una herramienta de Estados Unidos para controlar la región, hacer valer la autonomía que debía tener desde sus inicios y defender realmente el sistema interamericano de derechos humanos.
Asimismo, evitar la ruptura con los países integrantes del ALBA, y aprovechar el acercamiento entre Washington y la Habana para superar las divisiones, aunque la actitud agresiva e injustificable de Estados Unidos contra Venezuela conspira contra ello.
Sin dudas, la experiencia de Almagro estará a prueba en un panorama desalentador, en que predominan las dificultades para  prestigiar a la desprestigiada Organización de Estados Americanos.

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