Prensa VS burocracia
15 de noviembre de 2013
|Loable, sin lugar a dudas, el esfuerzo que hacen nuestros medios de comunicación —radio, televisión, prensa escrita— para ir ganando el terreno que dejamos perder durante años respecto al ejercicio crítico y analítico de la realidad cubana.
No se trata de buscar culpables, pero debe lucharse por abolir de verdad esa distancia que aun hoy existe y persiste entre la prensa cubana y la burocracia que empaña la realidad del país.
El receptor (pueblo) es el más afectado y por tanto el más crítico para con lo que hacen los medios. Pero no pocos son los espacios, ya sean nacionales, provinciales o locales, donde, salvo excepciones de contagios epidérmicos en la forma de ahondar en los temas, se refleja una verdad: el pueblo va ganando confianza en los medios de comunicación.
Pero hay muchas aristas negativas que pueden dar al traste con esa confianza y la primera de ellas —en mi opinión— es la falta de respuestas concretas, de soluciones tangibles, de verdades convincentes, por parte de esa plaga que abunda en nuestras administraciones y que se llama burocracia.
Si nuestra prensa refleja todos los días en sus aun escasos espacios críticos, la situación de los baches en las calles y en las aceras; o el tema de la basura tirada en plena calle, la indolencia de quienes no cumplen con las normas de higiene o la salvajada de quienes rompen los contenedores; por solo citar estos ejemplos, lo lógico es que el accionar administrativo, de las autoridades y de todo el pueblo, vaya cambiando esa imagen. Pero la realidad es otra y los problemas persisten, están ahí a la vista de todos.
En mi opinión falta el ojo revisor, el dedo que toque los problemas, la mano firme de quienes deben actuar y no lo hacen. Debe desaparecer para siempre esa realidad de que cuando nos sentimos maltratados o desinformados, nunca aparezca el jefe o el gerente a quien quejarnos.
Se critica a una empresa, a los que mal repararon un hueco o a los que construyeron una obra —por importante que sea— y al poco tiempo tiene goteras en sus techos, pisos mal puestos, ventanales no ajustados, salideros e instalaciones sanitarias deficientes, y en las respuestas —ya sea por cartas a la prensa escrita—o por entrevistas en la radio y la televisión, aparecen algunos jefes no siempre el fundamental, con razonamientos “autocríticos” inconsistentes y “medidas” disciplinarias contra los infractores, más inconsistentes aun.
Se pueden contar por decenas y hasta por cientos los materiales periodísticos que abordan al mal trato a la población en oficinas públicas encargadas de trámites. Sucede en las direcciones de la vivienda, los registros civiles, notarías y otros a los que acude nuestro pueblo en busca de soluciones a un papel mal hecho por otros, una certificación incompleta y hasta un dictamen incorrecto, y resulta que no pocas veces es el pueblo afectado el que se ve pidiendo de favor y haciendo decenas de largas colas, para subsanar algo hecho por unos “culpables” que nunca aparecen.
Hay que reactivar ese eslabón perdido porque falta el papel de la autoridad. La población tiene muchas quejas que no encuentra cómo encaminarlas en busca de una respuesta correcta y en tiempo. Los organismos implicados no parecen obedecer a normas y leyes establecidas. He oído voces altas pidiendo solución a problemas sencillos que la dichosa burocracia ha complicado.
En las asambleas de rendición de cuentas del delegado a sus electores — paso decisivo en el sistema democrático cubano— observamos como aun predomina el formalismo y casi nunca están presentes los llamados “factores” administrativos que pudieran responder a una interrogante o conocer directamente de un problema que a lo mejor sus subordinados no le hacen llegar o simplemente su secretaria archiva.
Esta batalla es de TODOS y TODOS tenemos responsabilidades que cumplir para salir adelante. La prensa lo suyo. Las administraciones, lo que le corresponde. La burocracia dañina, extirparla de raíz.
De esa forma seremos más creíbles los medios de comunicación y quienes tienen la responsabilidad de nutrir a estos de toda información veraz y también de las respuestas convincentes a las críticas de la población. El país lo necesita. Y el eslabón perdido hay que encontrarlo y hacerlo funcionar.
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