Preludio y forcejeo
11 de abril de 2018
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Vuelve el olor a pólvora a enrarecer las relaciones internacionales. Vuelven los inventos y los montajes mediáticos. Vuelve el protagonista principal, Estados Unidos, a tener en vilo a la humanidad ante el preludio de lo que parece ser una acción militar de gran envergadura por parte de fuerzas norteamericanas contra Siria.
Así se torna el ambiente de hoy, a solo unas horas de que el presidente estadounidense Donald Trump, anunciara una fuerte acción contra la nación árabe, so pretexto del uso de armas químicas por parte del ejército local.
No es la primera vez que Washington y algunos aliados europeos y del Golfo montan semejante recurso. Una y otra vez Siria ha desmentido poseer este tipo de armas y también ha invitado a investigadores de la organización internacional relacionada con el tema, que siempre han relatado informes que refutan la tenencia y el uso de estos medios nocivos en la nación árabe.
Pero nada importa ante la codicia de gobiernos estadounidenses, tal es el caso de la guerra del golfo, cuando el propio presidente George W. Bush, habló públicamente de que Irak contaba con armas de destrucción masiva. Así se lanzó aquella jauría, por mar, tierra y aire, que invadió y ocupó Irak, y dejó un saldo, según publicaciones científicas, de casi un millón de muertos y heridos.
Al mes de aquella acción salvaje, el propio Bush desmentiría la supuesta presencia de ese tipo de armas en tierra iraquí. Pero el mal estaba hecho, los muertos no podían ser revividos y la colosal destrucción del patrimonio nacional y de la humanidad en Irak, aún sigue siendo cuenta pendiente.
Más recientemente, cuando Donald Trump, se instaló en la Casa Blanca, entre sus primeras decisiones lanzó decenas de cohetes contra territorio sirio, mató civiles, destruyó instalaciones, y usó como pretexto el cacareado tema de las armas químicas. Esas que no han existido, no existen y por tanto, ninguna investigación creíble puede dar fe de ellas.
El anuncio de Trump de esta misma semana, se produce en el momento en que la comunidad internacional veía con admiración y alegría, que Siria, con la ayuda militar de Rusia y la colaboración iraní, hayan liberado casi la totalidad del territorio de ese país, donde los grupos terroristas —muchos de ellos financiados y armados por Estados Unidos y algunas monarquía del Golfo— habían ocupado grandes espacios y destruido una gran parte de la nación.
La zona de la Guta Oriental, en los alrededores de la capital, Damasco, se convirtió en un asidero de algunos de estos grupos, entre ellos Al Nusra, que han bombardeado una y otra vez la capital siria y cuyo objetivo es derrocar al gobierno del presidente Bashar al Assad.
Con el uso de la vía diplomática encabezada por Rusia y las acciones militares contra quienes no aceptan el diálogo y la entrega de armas por parte de los insurrectos, la zona se ha ido limpiando de terroristas y en los últimos días parecía estar llegando el fin de ellos y la liberación total de los miles de rehenes sirios que están en sus manos.
Entonces se le ocurrió a Washington —para no reconocer una derrota en sus planes de acabar con el gobernó sirio— volver al mismo montaje mediático de las supuestas armas químicas y dar con ello el pretexto para una agresión de gran envergadura contra la nación árabe.
El forcejeo en el Consejo de Seguridad de la ONU ha sido tal, que tanto el proyecto de resolución estadounidense que justificaría el ataque militar, como la propuesta rusa de una investigación profunda en el lugar de los hechos, han sido vetadas por una y otra potencias con ese derecho en la ONU.
Pero no olvidemos que no es la primera vez que Washington emprende un ataque militar contra otro país a espaldas de lo que dicte el Consejo de Seguridad y de lo que piense la comunidad internacional.
Por todo ello, en estos minutos en que escribo este comentario, estoy pensando si de un momento a otro escucho la terrible noticia de que aviones o barcos de guerra de Estados Unidos, han comenzado a lanzar sus cohetes contra territorio sirio.
El momento es más peligroso aún, si se tiene en cuenta que un ataque de esa envergadura podría enrolar a Rusia e Irán en un conflicto que puede devenir en una terrible conflagración mundial.
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