Por lo menos, el café
24 de enero de 2017
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En un mundo donde la Coca-Cola se gasta anualmente 4 000 millones de dólares en promoción y otro tanto las empresas patrocinadoras de la comida chatarra, científicos norteamericanos corroboraron una buena noticia, vislumbrada hace casi dos años y que no está sujeta a los teje-y-manejes de la propaganda al servicio de intereses monopólicos: consumir entre tres y cinco tazas de café al día benefician la salud, porque reduce ciertas enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo 2, entre otras.
La noticia, subrayo, proviene de Estados Unidos, donde es difícil hallar alguna otra buena, por ser este un país aún más dividido tras ocho años de presidencia del primer afronorteamericano, con una sucesión controvertida, producto de votos nominales y no populares, con millones de personas volcadas en estos momentos en las calles para repudiarla, pero que no podrán evitarla, si el establishment decide mantenerla.
Y es porque Donald Trump, impredecible, se puede volver molesto para los magnates industriales, siendo uno de ellos.
Pocas veces un multimillonario como él aspira a la presidencia de una nación como Estados Unidos, donde es difícil encontrar un mandatario que no esté al servicio de quienes más tienen.
Independientemente de que explotó sentimientos de la mayoritaria población blanca, un 70%, casi toda racista, mucha de ella desempleada por las políticas neoliberales, ha proclamado una política proteccionista, nacionalista, al estilo de las derechas que hoy se van imponiendo en Europa, por errores de los seudodemócratas y seudosocialistas, parecidos a aquellos que hace ocho décadas en Europa propugnaron el nazismo, lo llevaron al poder en Alemania y causaron la Segunda Guerra Mundial.
Peroa Trump no hay que verlo en este concepto, ni en sus propias palabras soeces que, durante la campaña electoral, esgrimió contra las minorías, las mujeres y hasta de dirigentes políticos de su Partido Republicano, que hoy vuelven a acercarse a él.
Porque, subrayo, hereda un país dividido, donde se le hizo casi imposible a Barack Obama gobernar, al hallar resistencia y rechazo en lo que no fuera el triste aval de mantener guerras que había prometido terminar, e iniciar otras.
El flamante mandatario habló de construir un muro para impedir la entrada de la emigración a territorio norteamericano, aunque aclaró que tendría amplias puertas, después que en el período anterior fueran expulsados dos millones 700 000 indocumentados.
Se habla de que el programa de salud avanzó con la incorporación de unos 20 millones de personas al seguro médico, pero este tiene también altos costos, y no incide en una naciónque ha visto crecer la ignorancia y tolerar la miseria entre el 99% de la población que menos tiene.
Lo que sí abunda es el patrioterismo, que se aprovecha de la ignorancia y dela miseria antesmencionadas. En el estado de Oklahoma –lugar 48 entre los 50 en educación–, se promueven los “valores patrióticos”. Un comité legislativo estatal aprobó unproyecto de ley que anula un curso avanzado de historia en las preparatorias, ya que, según el representante republicano que lo impulsó, “el curso enfatiza lo que está mal con América” (EE.UU.) y, más aún, omite mención y elogio del excepcionalismo estadounidense.
Estos cursos avanzados de historia, diseñados por la institución nacional de exámenes para ingresar a universidades, ya fueron condenados por el Comité Nacional Republicano, porque ofrecen “una perspectiva consistentemente negativa de la historia estadounidense”.
Trump ha amenazado con retirar a Estados Unidos de la lucha para evitar un cambio climático que ya produce graves daños, y que calienta a la Tierra de manera excepcional desde el 2014, pero que la enfría también fuera de lo común, como lo está haciendo este invierno en la parte norte.
Realmente, cuida los intereses de sus socios, quienes pagan estudios que demuestren que todo es un bluff, algo que no tiene pies ni cabeza,cuando se observan cada vez mayores desastre naturales.
Precisamente, en Nueva York el frío es mayor que nunca, no alcanzanlos albergues para quienes no tienen casas y viven en las calles, que en solo en esa ciudad son más de 60 000.
No sé que respuesta tendrá ante esta situación, mientras sus adláteres ricos continúan construyendo edificios de lujo. Centenares de apartamentos están vacíos, sus dueños los compran más como inversión que para vivir. Todos tienen calefacción, pero no hay quien se aproveche de ellos, y mucho menos las decenas de miles de personas que en EE.UU. siguen sin techo.
Esto son algunos de los males que encuentra Trump y, si quiere sorprender como ha hecho con su campaña presidencial, tiene un buen filón para demostrar que, como asegura, será recordado para bien, a pesar de sus muchos y variopintos detractores, algo lógico cuando se han seguido sus discursos.
En toda esta barahúnda de males, ya se ha confirmado, por lo menos, la buena noticia sobre el café.
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