Peligro latente
9 de julio de 2018
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Las masivas marchas por la paz y la firme actitud del gobierno de Daniel Ortega, que no deja de buscar caminos para la solución de los problemas, han hecho disminuir en los últimos días las violentas protestas incoadas en abril último, debido a la emisión de un decreto impopular que fue eliminado rápidamente de la agenda y dejó sin pretexto a bps manifestantes opositores.
No obstante, y obedeciendo a un guión ya utilizado por el imperialismo contra Ucrania y Venezuela, grupos violentos tomaron las calles, con un saldo de casi dos centenares de muertos y la destrucción de edificios públicos y privados.
Ya no era por la emisión de un decreto rápidamente eliminado por lo que se protestaba, sino que se pedía la dimisión de Ortega y de la vicepresidenta Rosario Murillo y la convocatoria a nuevas elecciones, cuando el actual gobierno nació de comicios transparentes, como lo atestiguó hasta la Organización de Estados Americanos, nada favorable al sandinismo.
En todo esto ha jugado un papel importante un empresariado cúpula le importa un bledo el bienestar del país y que ha hecho circular mucho dinero para continuar con los tranques y la violencia como un precio necesario para acabar con el presidente Daniel Ortega.
Lo que se está diciendo es que esa actitud destructiva afecta directamente a miles de pequeños, medianos e incluso algunos grandes capitalistas interesados en invertir en el país. Están perjudicando también a miles de extranjeros, especialmente norteamericanos, que se han establecido en Nicaragua con pequeños capitales, tratando de huir de la crisis en Estados Unidos y que han encontrado en el país centroamericano un lugar apacible, seguro y positivo donde hacer un proyecto de vida.
Cuando grupos violentos al servicio del imperialismo intentan incendiar los mercados, entre ellos el Mercado Oriental, el mayor a cielo abierto en toda Centroamérica, están atacando a todas las micro, pequeñas y medianas empresas, que son la base económica de Nicaragua.
Esto sólo lo pueden hacer quienes están interesados en convertir al país en un paraíso del crimen organizado y de intereses que nada tienen que ver con la nación ni con la producción.
El gobierno de Nicaragua, además de haber logrado éxitos en el crecimiento económico, la disminución de la pobreza y la satisfacción de las necesidades alimentarias, con un alto crecimiento productivo agrario e industrial, frenó el éxodo a Estados Unidos, lo que no sucede en México, Honduras y El Salvador.
Se estaba convirtiendo en un destino turístico mundialmente reconocido para viajeros en busca de paz, tranquilidad y experiencias culturales sanas y amigables con el medio ambiente. Había alcanzado unos niveles de participación política de la mujer que solo se encuentran en los países desarrollados, y logrado frenar a los cárteles de la droga y al crimen organizado.
En cuestión de semanas, esa imagen de desarrollo humano y sostenible en medio de una región centroamericana plagada de miseria y criminalidad, ha sido seriamente dañada.
Por ello se hace necesario no solo lograr que llegue una paz estable, sino tomar las medidas para que ésta se mantenga, sin que tiemble la mano para castigar a los contrarios a la Revolución Sandinista y al pueblo, si persisten en la violencia que ha estado destruyendo al país desde hace más de tres meses.
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