Otra vez Cachemira
23 de febrero de 2019
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Como ha sucedido con sus ex colonias, Gran Bretaña, antes de retirarse, marcaba inopinadamente sus fronteras, y así sucedió cuando desgajó a Paquistán de la India, y dentro de esta Cachemira, ocupada por ambas naciones, además de China.
En este contexto, la malhadada herencia británica causó varias guerras indo-paquistaníes, con el consiguiente saldo negativo para ambos pueblos.
Con la llegada de nuevas autoridades a lslamabad se produjo una cierta distensión, que acaba de ser rota con un atentado terrorista en la parte india con 44 policías muertos.
La prensa de derecha llamó a la venganza y dar una lección a Paquistán, en tanto gobierno de este prohibió a la ONG Jamaat-ud-Dawa (JuD) cuyo líder, Hafiz Said, está acusado por la India de organizar los atentados de Cachemira, ocurrido el pasado día 14 y que costó la vida de 42 policías indios, y del 2008 en Bombay, donde murieron 166 personas.
La decisión fue tomada durante una reunión del Comité Nacional de Seguridad celebrada en el despacho del primer ministro de Pakistán, Imran Khan, para “acelerar la acción contra las organizaciones ilegales”, indicó en un comunicado el Ministerio del Interior paquistaní.
“Se decidió además que Jamat-ud-Dawa y la Fundación Falah-e-Insaniat sean consideradas por el Ministerio de Interior como organizaciones ilegales”, precisa la declaración.
JuD forma parte de la lista de grupos vinculados al terrorismo del comité de sanciones contra Al Qaeda del Consejo de Seguridad de la ONU, y el nombre de su líder volvió a ser objeto de demandas por parte de la India en los últimos días tras el atentado del pasado día 14 en la Cachemira india.
Después del atentado, la India anunció que adoptará “todas las medidas diplomáticas posibles” para aislar a Pakistán, a quien acusa de financiar organizaciones terroristas, de la comunidad internacional.
Paquistán prohibió a comienzos del 2018 realizar donaciones a JuD, bloqueó sus cuentas y tomó el control de varias de sus instalaciones.
En abril de ese año, la ONG presentó una petición ante el Tribunal Superior de Lahore (este de Pakistán) para pedir la continuación de sus actividades, lo cual le fue concedido.
La decisión fue ratificada también por el Tribunal Supremo paquistaní, que permitió a Jamaat-ud-Dawa, considerada una tapadera del grupo terrorista Lashkar-e-Taiba (LeT), continuar con su misión.
Gobierno con respaldo
En septiembre del 2018, el Colegio Electoral de Pakistán invistió presidente de la República a Arif Alvi, odontólogo y diputado del gobernante Movimiento por la Justicia de Pakistán (PTI). La llegada de Alvi a la jefatura del Estado, una oficina ejecutiva con competencias limitadas, viene a completar la histórica mutación institucional vivida por el país asiático desde las elecciones generales de julio, que convirtieron al PTI en el primer partido de la Asamblea Nacional y a su líder, el ex jugador de críquet Imran Khan, en primer ministro con un programa reformista hostil a los partidos que hasta ahora han controlado el sistema político. De hecho, Alvi es el primer presidente de esta república parlamentaria no salido de las filas del PPP centrista, la PML-N (derecha) o el Ejército en los últimos 60 años.
En las elecciones generales del 25 de julio de 2018,0 el PTI, usufructuario del hartazgo de la población por la falta de progresos en el desarrollo nacional tras décadas de malos gobiernos de liguistas, populares y militares, y a rebufo de la espectacular caída en desgracia del primer ministro Nawaz Sharif, sucesivamente inhabilitado, destituido y encarcelado por corrupción, hizo historia en Paquistán, al ganar con el 31,8% de los votos y una mayoría simple de 149 escaños.
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