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¿OTAN asiática?

23 de octubre de 2020

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Australia y Japón se han unido a fuerzas navales de Estados Unidos para realiza complejos ejercicios bélicos en las aguas del Mar del Sur de China, poco después de una reunión de los tres países, a la que asistió también la India, que, por sospechosa coincidencia, ha renovado con bríos sus diferencias fronterizas con Beijing.

Por supuesto, todo esto no es coincidente ni mucho menos, sino forma parte de un plan cuidadosamente elaborado por la inteligencia estadounidense para sembrar los cimientos de una especie de Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Asia, dirigida principalmente contra China.

Por supuesto que en una aún hipotética organización belicista –y agresora– asiática entraría la República de Corea o Corea del Sur, a pesar de que su actual gobernanza ha tratado de aproximarse a la República Popular Democrática de Corea y mantiene divergencias con Japón, por los criminales abusos nipones durante la ocupación de la península coreana.

También integrarían el grupo alguna que otra nación que mantiene divergencias con China por la posesión de pequeñas islas o islotes, integrantes de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), como, por ejemplo, Filipinas.

Realmente, esto tiene pies y cabeza, cuando observamos que la única OTAN existente extiende sus tentáculos fuera de sus fronteras originales, llegando hasta Colombia, siempre guiada por Estados Unidos, que ya tiene bases y gran número de soldados en la nación suramericana.

 

La original

En sí, la OTAN tiene como sus objetivos principales a Rusia y China, e intenta fortalecer un frente común para evitar que la otrora Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y la República Popular China conformen un fuerte valladar que impida las aspiraciones hegemónicas de Estados Unidos, rector principal de la agresiva entidad.

En el presente, la OTAN ha logrado extender sus dominios hasta la misma frontera con Rusia, gracias al conflicto en Ucrania. El golpe de Estado perpetrado en este país el 22 de febrero del 2014, asistido desde el punto de vista financiero, logístico y diplomático de la Unión Europea y de Estados Unidos, ha desatado una grave crisis que ha provocado la guerra civil y el caos.

La Unión Europea y Estados Unidos han tratado por todos los medios de responsabilizar a Moscú, desatando una histeria antirrusa que oculta la realidad a través de la mentira y la manipulación más desvergonzada.

No obstante, para algunos analistas, subrayo, Rusia no es el único objetivo de Estados Unidos y la OTAN. El principal peligro para la hegemonía del imperialismo norteamericano en el presente siglo en el mundo es China.

En esa dirección se mueven sus acciones a corto, mediano y largo plazo, se trata de un proceso de aproximación y cerco a este país, por lo que destruir o maniatar a Rusia significa impedir una alianza verdaderamente formidable en contra de sus intereses.

En consecuencia, hacerse del Medio Oriente no solo significa apoderarse del petróleo de la región, implica, además, controlar las fuentes de aprovisionamiento de China. De aquí que la alianza entre Beijing y Moscú es decisiva para el futuro de la humanidad, que a nadie le quepa duda.

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