ONU: Desprecio imperial
25 de septiembre de 2023
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Como cada año, esta vez resonó con fuerza el desprecio y la prepotencia por parte del gobierno imperialista de Estados Unidos cuando su principal cabeza asomó e hizo uso de la palabra en el 78º período de sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas, que en esta ocasión revistió características particulares pues tenía lugar en un momento difícil, peligroso y prácticamente sin precedentes para el mundo y para esa propia organización.
Ni siquiera la complejidad del escenario actual del planeta fue capaz de conmover al Imperio, desesperado y preocupado por su eventual decadencia y recaída, y lejos de ofrecer soluciones, viabilizar salidas y apuntar hacia entendimientos justos y urgentes para todas las partes se aferró tercamente a lo ya sabido sin gota de originalidad, de creación ni de ideas nuevas y, por supuesto, ni pizca de generosidad ni búsqueda de avenencias.
Es el mismo discurso machacón con que intenta, y a veces logra,- intoxicar al mundo con los dobles raseros, hipocresías y falacias habituales desde lo que China calificó como pasarela, para intentar ejercer una política de amenazas, presión, engaño o agresión si es necesario, que salve a toda costa su hegemonía en momentos en que in nuevo orden avanza y se instala, -de una u otra manera,- sobre las distintas regiones del mundo.
Si observamos detenidamente los textos que en este período de la Asamblea fueron pronunciados por los casi doscientos jefes de Estado o representantes nacionales de quienes integran hoy el nutrido sistema de Naciones Unidas, salta a la vista que hay una posición común -con escasas excepciones- en cuanto a los pronunciamientos básicos que competen al desarrollo, la justicia, el progreso y la paz; a los que pueden añadirse otros como la democracia, los derechos humanos, la ciencia o la innovación tecnológica, la alimentación, el medio ambiente y la descolonización cultural.
Todos de distinta naturaleza e interpretaciones matizadas pero con un evidente fondo y compromiso compartido que se enfrenta decididamente a las injusticias, los saqueos, el hambre y las enfermedades, en la búsqueda de un mundo equilibrado y martiano.
Ese es el mundo que el Imperio yanqui desprecia y trata de impedir a toda costa que crezca y se desarrolle poniendo en peligro la hegemonía y el sojuzgamiento que ha venido ejerciendo sobre todos los demás, incluso sus aparentemente aliados o asociados.
Una idea que acarició el cabecilla imperial y acerca de la cual los países del mundo deben mantenerse alertas: la llamada “reforma y democratización de las Naciones Unidas”, que fue sorprendentemente mencionada y debe ser observada cuidadosamente para que pueda ser implantada con éxito y logre ciertamente sus propósitos, no convirtiéndose en un nuevo engaño y manipulación, como seguramente sería ese intento.
En el 78º período de sesiones de la Asamblea General se está poniendo de manifiesto una clara resistencia del mundo ante las pretensiones, las amenazas y el desprecio imperial. Unas simples palabritas no pudieron revertirlo.
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