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Odio en las entrañas

14 de enero de 2015

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Muchos hemos oído hablar de George Soros, un economista húngaro devenido en “filántropo” hipermillonario, gracias a las profundas crisis capitalistas, exacerbadas en su más reciente período neoliberal o salvaje.
Muy inteligente, generalmente pausado y objetivo, convertido en un “gurú” acerca de las cíclicas caídas y subidas de las bolsas de valores, pierde los estribos cuando trata cuestiones sobre Rusia y su presidente, Vladimir Putin, de tal manera que ha llegado a pedir a Occidente que se prepare para la guerra y no tenga reparos en hacerla contra Moscú, debido a la cuestión de Ucrania.
En este contexto, y valiéndose de sus influencias, ha contribuido a la divulgación de calumnias contra Rusia y eludido cualquier crítica a los elementos neonazis que están imbricados en el régimen de Kiev.
Y no por venganza, sino porque es una amenaza real, el gobierno ruso emitió una orden de arresto contra Soros, al que califica de terrorista financiero.
La inteligencia rusa ha señalado a Soros por el uso de garantías agravadas cruzadas, derivadas de las monedas sueca y danesa, con el propósito de atacar el mercado de valores ruso (Soros usa estos derivados con garantías cruzadas, utilizando bancos de Luxemburgo, lo cual viola los términos del acuerdo bancario de la Unión Europea “Basilea II“).
Putin también se ha enfrentado al presidente de la Reserva Federal Bernard Bernanke, a quien le dijo que Rusia ya no toleraría más el uso de personas como George Soros y Marc Rich en el fraude masivo de derivados de divisas que está desestabilizando la economía mundial.

 

UN ROBIN HOOD FRAUDULENTO

 

En muchos diarios del mundo controlados por el imperialismo se le considera una especie de Robin Hood de la era electrónica, que roba en gran estilo a los países ricos para beneficio de los países del Este y de Rusia a través de variadas fundaciones, con objeto de pavimentar el camino a la “democracia” en los países pobres “liberados” del comunismo.
Pero la oreja del asno sobresale, cuando habla sobre Rusia y cómo hacer mejor las cosas para destruirla. En una entrevista concedida al diario Financial Times, que insiste en llamarlo filántropo, criticó a los países europeos por tratar a Rusia como “sólo otro país” con necesidad de ayuda financiera, sin darse cuenta de que esta crisis en la frontera oriental de la UE es un gran peligro para la economía europea e incluso la supervivencia de la Unión.
En este sentido, recalcó que las sanciones impuestas a Moscú están teniendo un mayor efecto del que los líderes occidentales habían imaginado, debido al colapso de los precios del petróleo, y añadió que un impago de la deuda rusa “no sería sorprendente”.
“Las sanciones a Rusia refuerzan las presiones deflacionarias y recesionistas que ya estaban presentes en Europa, pero que ahora se han vuelto una realidad. Un impago de las deudas (default) sería un gran golpe para los bancos europeos expuestos a Moscú, advirtió. Asimismo, dijo ladinamente que un colapso de la economía rusa sería una amenaza para Europa y es probable que haga que las políticas de las autoridades rusas sean cada vez más nacionalistas, coincidiendo con el empeoramiento de la situación económica.
A pesar de estos riesgos, Soros subrayó que no está pidiendo un alivio de las sanciones a Rusia, que son un “mal necesario” para expulsar las tropas rusas de Ucrania, cuestión que no ha sido probada.
En su opinión, Europa tendría que “despertar” y aceptar que está siendo “atacada” por Rusia. “Apoyar a Ucrania debería considerarse una medida de defensa por los países europeos. EE.UU. y los europeos están decididos a evitar una guerra, pero a menos que se equilibren las sanciones con el apoyo a Ucrania, podrían tener una”, agregó.
Cierto, un personaje inteligente a quien adoran muchos multimillonarios en el mundo de la especulación y corrupción. Su odio a la Rusia actual tuvo un antecedente más feliz en la década de los ’80, durante el gobierno de Gorbachov. Allí condujo una delegación para establecer una nueva Fundación, la ‘Cultural Initiative Foundation, libre de impuestos para él y sus amigos occidentales, destinada a penetrar en los más altos estratos y poder comprar a las personalidades más importantes en los campos político y económico.
Después de su partida en falso con Gorbachov de 1988-91, se pasó al círculo de Yeltsin. Y una vez más Soros, con su amigo Jeffrey Sachs, implantó la terapia de choque el 2 de enero de 1992, la cual provocó un caos inigualable y desató una hiperinflación, bastante previsible, sobre Rusia, lo cual motivó la huida de los mejores cerebros de investigación científica hacia Occidente.
Bajo el plan de Soros, el gobierno de Yeltsin, con Igor Gajdar, decretó draconianos recortes a las subvenciones que favorecían la agricultura y la industria, a pesar de que toda la economía estaba en manos del mismo Estado.
Como meta se fijó un presupuesto libre de déficit dentro de tres meses. No hubo más crédito para la industria, las empresas acumularon deudas astronómicas y la baja del rublo se precipitó fuera de todo control.
Soros y sus amigos sacaron provecho de la situación. Marc Rich, tenido como el mayor comerciante de aluminio del mundo, empezó a comprar aluminio ruso a precios ridículamente bajos, el cual lanzó al mercado occidental en 1993, provocando una caída en su precio del 30%.
Este es sólo un ejemplo de la explotación rusa de Soros, demostrativo del porqué es una persona nada grata allí, y cuyo odio en las entrañas ha hecho tanto mal bajo el falso disfraz de filántropo.

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