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Obama, Trump: Cada cual con lo suyo

12 de enero de 2017

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Uno, de nombre Barack Obama. El otro, Donald Trump. El primero demócrata y el segundo republicano. Ambos, con sus matices y su carga imperial a cuestas, representan a un sistema y por él han hecho o se proponen hacer lo que sea necesario.

Lo demás es retórica y como siempre, aparecen o aparecerán las recurridas citas sobre derechos humanos, democracia, libertad de expresión y otras.

Obama, en su último discurso como mandatario de la nación más rica del mundo, recalcó lo que para él fueron éxitos durante su mandato y, aunque quiso ser autocrítico por la falta de avances en su gestión doméstica y sus planes inconclusos, volvió a equivocarse cuando proclamó que su administración de 10 años fue el gobierno de los emigrados, a sabiendas de que 2,7 millones de estos fueron expulsados de Estados Unidos en tiempo de su presidencia.

Otros elementos inconsistentes en el gobierno demócrata, tienen que ver con el desempleo, la pobreza y otros indicadores sociales muy deprimidos en los últimos tiempos.

Por ejemplo –y cito datos del Buró de Estadísticas de la Secretaría del Trabajo de Estados Unidos–, al finalizar el año 2016 eran 102 millones los norteamericanos en edad laboral que no tenían empleo.

Otro dato de la misma fuente: Más de 43 millones de personas (un 13% de la población) vive bajo el nivel de la pobreza. Y en cuanto a la vivienda, unos 565 000 no tienen hogar permanente en los Estados Unidos.

Un tema al que el nuevo presidente Donald Trump le enfiló los cañones desde que era candidato y que se propone eliminar el mismo día que asuma la presidencia, es el llamado plan de salud Obamacare, calificado por Trump en su primera conferencia de prensa de este año como “un desastre total”.

Para algunos especialistas, con este plan muchas empresas aseguradoras han llenado sus bolsillos con millones de dólares con aquello de que toda persona debe tener un seguro médico.

El propio Obama había dicho que al llegar a la Casa Blanca había 44 millones de personas sin seguro médico, de los cuales, unos 20 millones ya están asegurados. Sin embargo los millones de norteamericanos que no tienen empleo o que viven en franca pobreza y sin dinero, nunca se podrán adherir a un seguro que para pagarlo hay que contar con recursos.

En cuanto a las guerras que, o auspicia Washington, o participa con hombres u otros recursos militares, vale recordar que cuando Obama asumió el poder, heredaba una buena carga de confrontaciones internacionales que su antecesor George W. Bush, había provocado.

En una de ellas, Afganistán, el mandatario demócrata, lejos de auspiciar el diálogo y la no confrontación, la llamó “mi guerra” y hoy, cuando se despide de la Casa Blanca, aún hay miles de militares norteamericanos en aquella nación asiática cada vez más inestable y más pobre.

En Irak pasó otro tanto y Obama dice adiós con esa nación árabe en plena guerra y a la que han llegado otros 600 militares norteamericanos, en la última decisión adoptada por él, con la justificación de combatir al grupo terrorista Estado Islámico, aunque este se ha diversificado por esa y otras naciones, mientras la aviación militar de Washington provoca cientos de civiles muertos con sus bombardeos.

De acuerdo con un informe del Comando de Operaciones Especiales de Estados Unidos, Obama deja su presidencia en este enero del 2017 con algún tipo de efectivo militar o de inteligencia desplegado en 147 naciones de las 195 reconocidas por Naciones Unidas. Esto, en mi opinión, es un récord negativo.

En este contexto tomará la batuta presidencial de Estados Unidos el magnate inmobiliario Donald Trump, quien este miércoles, en su primera conferencia de prensa y un día después del último discurso de Obama, insistió una y otra vez en que su gobierno tomará todo tipo de medidas para garantizar más empleo y mejor vida para los norteamericanos.

Aseguró que para ello pretende regresar hacia territorio estadounidense a las empresas que hoy radican en otros países, fundamentalmente las grandes productoras de automóviles que se instalaron en México y otras naciones y que hoy cierran su producción allí y vuelven a la nación norteña, no importan los cientos de miles de trabajadores que se queden sin empleo.

Otro tanto, según Trump, pasa con la Industria Farmacéutica de Estados Unidos, la que calificó como “fracaso total en los últimos años” y que ahora el multimillonario presidente se propone instalar y fortalecer dentro de su país.

En la conferencia de prensa, tanto Trump como su abogada, dedicaron un buen tiempo a insistir en que el magnate, durante el período que sea presidente de Estados Unidos, pasará la dirección de todas sus empresas y demás negocios a sus hijos para que continúen su trabajo –y su enriquecimiento–, sin que sea criticado por “conflicto de intereses” donde puedan estar vinculados sus negocios y su mandato presidencial.

Ahora a esperar. A partir del 20 de enero Trump estará en la Casa Blanca y la incertidumbre actual, o se agudiza o pasa a ser algo más de lo cotidiano en ese país donde republicanos y demócratas se dan la mano…

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