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Obama el perdedor

10 de noviembre de 2014

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La popularidad del presidente norteamericano, Barack Obama, ha ido languideciendo a un ritmo acelerado y su influencia en la política exterior y doméstica fue bajando a cero.
Las promesas preelectorales de su primer y segundo mandatos se fueron eclipsando a medida que pasan sus días en la Casa Blanca y da muestras de falta de liderazgo a la hora de asumir con coherencia el programa que había prometido.
Sus iniciativas más esperanzadoras: la de una nueva ley migratoria que nunca se aprobó; y la relacionada con los programas de salud, que tampoco vio la luz en los años que lleva de mandato; han quedado postergadas al olvido luego de los resultados de las más recientes elecciones de medio término.
Los medios califican de apabullante la victoria republicana que a partir de enero y durante los dos últimos años presidenciales de Obama, controlarán el Congreso. Los opositores republicanos ratificaron su mayoría en la Cámara de Representantes y lograron triunfos importantes en bastiones demócratas, donde se disputaban gobernaciones -como Massachusetts, Maryland e Illinois- pero, sobre todo, se llevaron el premio mayor: el Senado, refleja un despacho de BBC.
Esta vez los republicanos triunfaron en siete estados que estaban controlados por los demócratas, como Arkansas, Colorado, Iowa, Montana, Carolina del Norte, Dakota del Sur y Virginia Occidental.
Algunos despachos de la gran prensa argumentan que a partir de esta derrota, Obama se verá privado de un Senado favorable para elegir a sus candidatos para el gabinete, jueces, embajadores y otros cargos de confianza.
Tampoco contará con los servicios de Harry Reid, el líder de la mayoría demócrata en el Senado, que ahora será reemplazado por un republicano.
Un aspecto que, aunque más subjetivo, muestra claramente el estado de ánimo de sus partidarios, es el hecho de que un gran número de los candidatos renegó al Presidente durante la campaña por temor a perder votos.
No podrá tampoco en las nuevas circunstancias llevar adelante sus propias iniciativas de leyes e impedir que los republicanos impongan las de su partido.
No debe olvidarse que el actual mandatario ha afrontado el descontento popular, lo que explica no solo su derrota en estas elecciones, sino la baja cifra de votantes que acudió a las urnas.
De enero en adelante y por los dos últimos años de mandato, Obama tendrá que conciliar con los republicanos para poder impulsar algún proyecto, que terminará siendo algo así como arrodillarse ante posiciones conservadoras que se pronuncian por propósitos contrarios a la búsqueda de solución a los graves problemas que enfrenta la sociedad norteamericana.
En todo caso, lo ocurrido en estas elecciones conocidas como de medio término, es el reflejo de un mal mayor, el de la crisis sistémica, de la falta de una proyección real que ponga término a políticas tan repudiadas como la del derecho a portar armas, acción que causa sistemáticamente la muerte de niños y jóvenes en las escuelas, en los cines y en otros centros con afluencia de público.
Respecto a la política exterior, Obama se ha mostrado dubitativo en muchos casos, unas veces queriendo aparecer como el hombre de la mano firme para hacer guerras e imponer sanciones; y en otras ocasiones con una evidente falta de política para acabar con esos conflictos y resolver los problemas a través del diálogo y las negociaciones.
En fin, Obama ha sido el gran perdedor.

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